Dso-32 – DISCURSO DEL PRESIDENTE NICOLÁS MADURO MOROS ANTE LA CUMBRE DEL CLIMA COP 27. IDEAS SOBRE LA CRISIS ALIMENTARIA – 08 de noviembre de 2022.

Excelentísimo señor Abdelfatah El-Sisi, presidente de Egipto.

Estimado Sameh Shoukry, Ministro de Asuntos Exteriores de Egipto y presidente de esta Cumbre del Clima COP 27.

Estimados presidentes de los 190 países del mundo que asisten a esta cumbre inminente, urgente e impostergable, por la vida de la humanidad y por un futuro que aún podemos construir en conjunto.

Que en pleno siglo XXI, después de dos siglos de Revolución Industrial y de un desarrollo tecnológico sorprendente. Después de haber construido una súper civilización científica capaz de conocer nuestro planeta desde sus partículas más mínimas hasta su vastedad. Que dos siglos después de haber edificado un sistema económico capaz de producir y acumular cuantiosas riquezas, estemos hablando del hambre, constituye uno de los elementos más vergonzosos para la humanidad. Y sin duda alguna es el síntoma de un fracaso global, en todos los ámbitos, de la civilización. El hambre, la desigualdad, la pobreza, que hoy denominamos crisis alimentaria, se agrava con los problemas ambientales que ha causado un sistema desarrollista que lejos de satisfacer las necesidades fundamentales de todos los seres humanos ha ahondado las brechas de desigualdad entre los seres humanos y la destrucción del ecosistema.

Detrás de la crisis climática, hay una crisis social y detrás de una crisis social, hay una crisis civilizatoria.

Así lo evidencian las cifras recientes que ha dado ha conocer la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, en las que señala que para 2021 entre 702 y 828 millones de personas en el mundo se enfrentaron al hambre. Asimismo, la proporción de países afectados por la subida de los precios de los alimentos se incrementó de 16% en 2019 a 47% en 2020, experimentando estos precios un alza considerable. En este contexto tenemos que más de 800 millones de personas sufren la inseguridad alimentaria y aproximadamente 2.000 millones no disponen de alimentos nutritivos.

El problema del hambre en el mundo tiene, desde nuestro punto de vista, dos problemas estructurales y dos problemas coyunturales que hoy tenemos que poner sobre la mesa para atenderlos uno por uno según un plan realista, urgente y comprometido. El primer problema estructural reside en el modelo desarrollista explotador y depredador de la naturaleza y de la dignidad humana como lo es el capitalismo, que ha generado 1.300 millones de personas que padecen la pobreza en múltiples dimensiones y la mitad de ellos son niños y adolescentes, menores de 18 años. De la misma manera, el capitalismo ha impuesto una asimetría radical concentrando y privatizando todas las patentes: desde las tecnologías de producción de alimentos, la tierra cultivable, el agua y las cadenas de distribución. El modo de producción industrial dominante tiene además un impacto nocivo en el ecosistema acabando con la biodiversidad de los suelos, con las cuencas hidrográficas y poniendo en peligro especies como las abejas, sin las cuales no habrá polinización, desapareciendo con ello la vida vegetal. El modelo de ganadería a gran escala contribuye con la deforestación y la tala de bosques para generar granjas y pastos, lo que incrementa las emisiones de gases de efecto invernadero, además de la excesiva generación de energía con la quema de combustible fósil, cuyas emisiones en fábricas e industrias inciden de manera dramática en el calentamiento global.

Estas condiciones impuestas por el modelo de producción capitalista generan el segundo problema estructural: el cambio climático. De ahí que la cantidad y duración de las sequías en el mundo ha aumentado un 29% desde el año 2000 y a la fecha de hoy más de 2.300 millones de personas sufren problemas a causa de la escasez de agua, entre ellos cerca de 160 millones de niños que están expuestos a sequías graves y prolongadas. Se estima que para el año 2050 las sequías afectaran a las tres cuartas partes de la población mundial y que entre 4.800 y 5.700 millones de personas vivirán en áreas con escasez de agua frente a los 3.600 millones actuales. A esto le sumamos el uso de insecticidas neonicotinoides que amenazan con desaparecer a las abejas en el mundo, un cambio en la biodiversidad que afectará la producción de alimentos que resultan del proceso de polinización.

A su vez, los imprevistos meteorológicos, climáticos e hídricos entre 1970 y 2019 han provocado el 50% de los desastres y el 45% de las muertes relacionadas con estas causas en el planeta, como lo hemos vivido en Venezuela y otros países del mundo, especialmente los más pobres. Eventos meteorológicos extremos que ocasionan tormentas intensas, las que a su vez originan inundaciones con cuantiosas pérdidas humanas y materiales, entre ellas zonas de cosechas y sus respectivos ciclos, huracanes más fuertes y la elevación del nivel del mar.

Luego tenemos que enfrentar, Excelencia, dos problemas coyunturales que agravan la situación. Uno es la guerra en Ucrania, que le ha costado a la humanidad una cifra estimada que supera los 813.000 millones de dólares en gasto militar y 113.000 millones de dólares en pérdidas. Un conflicto queatrofia la distribución de cereales en el mundo, lo que tendrá un impacto en los índices de hambre en continentes con altos indicadores de pobreza como África, a donde es destinado el 40% del trigo y el maíz, así como algunos países suramericanos y en general los países del Tercer Mundo. La escasez de alimentos producto de obstáculos para las exportaciones rusas produjo un eron incremento en los precios de forma aguda, efecto que hoy padecen países de la UE y América Latina.

En segundo lugar, las medidas coercitivas unilaterales que no sólo impiden, sino que hacen imposible a muchos países como Venezuela aportar soluciones reales y concretas para el desarrollo agrícola en nuestro planeta. El bloqueo criminal y genocida ha afectado el 99% de nuestros ingresos, una agresión que ha costado más de 30 mil millones de dólares anuales a partir del año 2015 con graves consecuencias para la economía, comercio, producción e industria venezolana. A pesar de estas condiciones impuestas por más de 700 medidas coercitivas unilaterales hemos fomentado, en resiliencia ante los efectos de las sanciones, prácticas agroecológicas a gran escala tradicionales y urbanas para la protección alimentaria de nuestro pueblo.

En nuestro país se desarrollan prácticas destacadas en la agricultura y la ganadería basadas en los principios de regeneración del suelo, lo que ha permitido en poco tiempo aumentar la fertilidad de los suelos, reducir el uso de insumos sintéticos y ha logrado que los cultivos y las ganaderías sean más resilientes a los cambios climáticos reduciendo las pérdidas por sequía y por exceso de agua.

Hoy en día producimos más a mucho menor costo. Los productos son de mejor calidad y lo más importante es que secuestramos carbono atmosférico en el suelo, protegiendo los suelos con tales manejos. Nosotros implementamos nuevas prácticas y técnicas en suelos de condiciones semi áridas, considerablemente se han reducido los usos de los riegos; los pastizales se mantienen verdes los 12 meses al año, cuando antes solo duraban 3 meses verdes. Las vacas producen más leche, y los machos ganan peso mucho más rápido.

Este extraordinario aporte en nuestras prácticas agroecológicas para mitigar los cambios climáticos y que se fundamenta en el buen manejo de la diversidad de cultivos, evidencia la importancia que tienen nuestros países del trópico y sus distintas variedades de eco-regiones-territorios, las cuales también están conformadas o integradas por distintos paisajes agrícolas y diferentes tipos de suelos, de variedades de climas y diversidad de cultivos. Es toda una abundancia de recursos naturales que le ofrecemos al mundo. Poseemos 462 especies agroalimentarias históricamente adaptadas a tales condiciones geográficas. Venezuela es el segundo país del mundo con mayor diversidad de micro climas y suelos.

Para preservar los ríos, impulsamos cuatro grandes acciones básicas: una es la Protección, mediante instrumentos jurídicos como La Ley de Aguas, para la gestión Integral de este recurso mediante dos vías, un área de dominio público de 80 metros a cada lado de los cursos de agua y una zona protectora de 300 metros al alrededor de los cursos de agua para su gestión y manejo sustentable. En segundo lugar, el Incremento de la cobertura vegetal en las márgenes de los ríos, contemplada dentro del Plan Nacional de Reforestación con estrategias que permiten generar barreras de protección ante los procesos erosivos y la disminución de los sedimentos, acción que se desarrolla con la activa participación del pueblo organizado. En tercer lugar, la prevención y combate de incendios forestales que desarrolla el Ministerio de Ecosocialismo a través de los Comandos Unificados Contra Incendios, para mantener la cobertura vegetal en los márgenes de los ríos: y en cuarto lugar la generación y uso de Planes de Ordenación del Territorio, para identificar espacios fundamentales para la preservación, protección y manejo de ríos en Áreas Bajo Régimen de Administración Especial (ABRAE) conformadas por 64 Zonas Protectoras, 14 Reservas Nacionales Hidráulicas y otras áreas complementarias como Parques Nacionales y Reservas Forestales.

Señor presidente, excelencias.

Venezuela inscribe todas sus acciones dentro del Quinto Objetivo de nuestro Plan de la Patria: Contribuir con la preservación de la vida en el planeta y la salvación de la especie humana. Es una política de Estado decidida a cumplir como parte de la solución a un problema tan grave como es la crisis alimentaria en el contexto de una crisis ambiental extrema.

Hacemos votos por una agenda que cambie el rumbo de la humanidad, cambiando el sistema autodestructivo que nos está negando el derecho al futuro. Hacemos votos por la solución dialogada al conflicto de Ucrania.

Con ese espíritu llegamos a esta Cumbre del Clima COP27, y una de las metas que traemos junto con los países de América Latina y el Caribe, es la recuperación de la Amazonía, afectada por la depredación capitalista que ha deforestado parte de su territorio. Recuperarla es recuperar una fuente esencial para el equilibrio climático del planeta y la salvación de la especie humana.

Muchas gracias.