Dso-15 – TRATADO DE ARMISTICIO Y REGULARIZACIÓN DE LA GUERRA- 1820. – 25 de noviembre de 2020.

ABORDAJE

1.Firma del Armisticio

2. Tratado de Regularización de la Guerra

3. El abrazo de Trujillo

1. FIRMA DEL ARMISTICIO.

– Durante los días 25, 26 y 27 de noviembre, hace 200 años exactamente, se escribieron las páginas más grandiosas de nuestra Historia. No fue precisamente en el campo de batalla, sino en el campo de la paz y de la dignidad humana.

– El Armisticio y los Tratados de Regularización de la Guerra, firmados en Trujillo en 1820, en el mismo lugar donde 7 años antes Bolívar había respondido a la violencia prorrealista con el contundente Decreto de Guerra a Muerte, tienen gran significación para nuestra historia actual, pues este precedente de alta política sentó las bases para el Derecho Humanitario Internacional tal como lo conocemos ahora.

– La gran enseñanza, incluso en los peores escenarios donde tengamos que luchar con todas nuestras fuerzas y defender con toda nuestra furia lo más amado, la patria, la independencia, debe prevalecer la dignidad humana y la posibilidad de la paz como un patrimonio inmaculado.

– Nuestra historia no deja de sorprendernos, el año 19 cerró para Bolívar con la más alta condecoración que un hombre pueda alcanzar, el reconocimiento del pueblo como Libertador y Presidente de la naciente Colombia. Tenía 36 años y ya había librado las batallas que le permitían sentar las bases políticas del proyecto independentista. Era el Presidente de una prominente y auspiciosa nación que se estiraba desde el Atlántico hasta el Pacífico, desde el Amazonas hasta el Mar Caribe y aunque debía ocuparse de momento de la administración de Cundinamarca y Venezuela, su pensamiento no abandonaba la idea de seguir hacia el sur, hacia Perú y la provincia de Quito. Esta lucha era por la libertad y ésta no se podía conseguir de forma parcial ni mezquina: América debía ser completamente independiente.

– La cualidad de Bolívar como militar sólo era superada por sus cualidades como político. Dos modos de lucha diferentes pero indivisibles cuando se trata de hacer una revolución contra un Imperio. En 1820, los atributos de gobernante del Libertador hicieron posible que se desarrollaran las instituciones, hasta el punto de consolidarse el Estado.

– Esto le permitió a Bolívar ocuparse de los preparativos del Congreso Constituyente. La guerra estaba en su etapa final y había que ver más allá: la política iba a ser la más difícil de las disputas y esto lo sabía el Libertador. Nos mantenía entonces, unidos como venezolanos, la presencia de un enemigo cruel y sanguinario pero al difuminarse en el horizonte, el rostro del adversario saldría de adentro, de la incapacidad de sostener esa unidad para construir lo nuevo.

– Los temperamentos de Venezuela y la Nueva Granada no sólo eran distintos, eran opuestos el uno al otro y esto ocasionaba problemas. Del lado de la Nueva Granada lo admistrativo, el comercio, las instituciones, la gobernanza, prosperaban, pero con un Santander como Vicepresidente, ahí agazapado y al acecho. Del lado de Venezuela no se lograba todavía una armonía: la Diputación Permanente del Congreso de Angostura había sustituido al Congreso luego de que cesara en sus funciones y la unidad no se había consolidado.

– Bolívar estaba entre dos aguas: fundar una República con todo lo que ello implicaba y culminar la guerra.

– Morillo había sido derrotado en Boyacá y sus tropas habían quedado disminuidas. La Guerra que se libró en Venezuela -el mismo general realista lo dicen en sus cartas- no tenía comparación a lo que había vivido un experto en el arte de la guerra como él. En una carta le advierte al Rey que de perderse, como en efecto pasó, “la costa firme” no se recuperaría ni con 30.000 hombres y jamás volverían a ser estas tierras del Rey:

Entonces el éxito de una batalla que cuya suerte no puede menos de ser funesta, decidirá la suerte de estas Provincias”.

Y más adelante da su opinión pesimista al Rey: “cansados de la guerra y de desastres, harán el último esfuerzo por reunirse y someterse al gobierno revolucionario que es el que aman y desean generalmente”

– El Rey Fenando VII no parecía comprender la magnitud del problema en Venezuela, y tampoco las condiciones propias que luego de 1814 cambiaron a favor de los nuevos tiempos republicanos en Europa. Cuando volvió a reinar lo tuvo que hacer con una constitución, y no ya con el mando absoluto de las viejas instituciones. El viejo mundo había cambiado con la Revolución Francesa y el llamado nuevo mundo estaba en llamas produciendo sus propios cambios.

Quisieron creer y hacer creer que lo que sucedía en Venezuela era una guerra civil ni más ni menos. Los imperios en decadencia suelen creerse sus propios engaños.

– Para llegar a la conclusión de reconquistar por vías diplomáticas lo que neciamente se esforzaba la Corona en tomar por la vía militar, que ya estaba perdido, pasó un buen tiempo.

– Nosotros, en cambio, estábamos listos para seguir peleando y también para negociar políticamente el reconocimiento irreversible de nuestra República. No estábamos libres de problemas: tratar a Santander y a Páez era cada vez más difícil para el Libertador, pero el esfuerzo valía la pena porque sólo la unidad de los patriotas mantenía a los realistas en jaque.

– Tan grave resultaba el escenario militar para los realistas que el propio Morillo no vio otra salida que la conciliación. Pero ¿cómo podía hacer la paz quien ha dirigido la guerra? Propone que lo releven en aras de que prospere la situación de conciliación.

El 25 de noviembre de 1820, tras varios días de deliberaciones y meses de conversaciones, los delegados patriotas, presididos por el general Antonio José de Sucre y los delegados del poder español, firmaron el Tratado de Armisticio, entre dos partes en guerra mortífera desde hacía 10 años.

– Pablo Morillo, máximo jefe español en Venezuela había recibido en el mes de junio instrucciones de las nuevas autoridades peninsulares, luego de que la Revolución Liberal en enero de ese mismo año forzó a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812, la cual contemplaba amplias libertades.

– Los liberales en España aspiraban a apaciguar las hostilidades en Hispanoamérica y contemplaron proponer a los dirigentes independentistas acogerse a la Constitución española en igualdad de derechos. Reinaba, pues, un aire de pacificación.

– Por la parte de los patriotas, aquel cese al fuego impuesto por la situación política exterior, sin comprometer su estrategia final de “independencia o nada”, significó ganar un tiempo estimable para la reorganización del Ejército Libertador y del Estado en formación que era Colombia en esos meses.

El Tratado de Armisticio fue firmado en Trujillo a las 10 p.m., con la signatura de Sucre en nombre del Libertador, en la misma casa en que este dictara el Decreto de Guerra a Muerte 7 años antes. El buen éxito del acuerdo se debió a la brillante habilidad diplomática del futuro Mariscal de Ayacucho.

– Por primera vez, la autoridad española reconocía como República y trataba de poder a poder con ellos, a quienes siempre denominó una partida de facciosos y de traidores. Por primera vez también se reconocía a Bolívar como Presidente de Colombia.

– El texto del tratado decía en su inicio:

Deseando los gobiernos de Colombia y de España transigir las discordias que existen entre ambos pueblos, y considerando que el primero y más importante paso para llegar a tan feliz término es suspender recíprocamente las armas, para poderse entender y explicar, han convenido…”

– El cese de hostilidades tendría un lapso de 6 meses, renovable a criterio de ambas partes. Cada ejército se mantendría en sus posiciones y conservaría el gobierno de sus territorios, pero dejando abierta la comunicación y comercio de los civiles entre territorios enemigos, con la garantía de sus derechos políticos mínimos, incluyendo la libertad de opinión. Se mantendrían conversaciones entre las partes, designando comisionados y expidiendo salvoconductos.

– Gracias a estas cláusulas del Armisticio, el pueblo de Venezuela, dividido territorialmente por la guerra, pudo reencontrarse y comunicarse, cultivando un espíritu de unidad nacional que contribuyó al triunfo patriota en Carabobo.

2- TRATADO DE REGULARIZACIÓN DE LA GUERRA

– De Bolívar fue la idea de firmar un segundo tratado en la ocasión del Armisticio: “un tratado verdaderamente santo, que regularice la guerra de horrores y crímenes que hasta ahora han inundado de lágrimas y de sangre a Colombia y que sea un monumento entre las naciones más cultas, de civilización, libertad y filantropía”, escribió el Libertador.

– El 26 de noviembre de 1820, con la intensa participación de Sucre en la escritura y definición del texto, se firmó, previa autorización de Bolívar y de Morillo, el Tratado de Regularización de la Guerra, que ponía término a un sangriento conflicto sin parangón en la historia de la independencia suramericana.

– El documento comenzaba, siguiendo la pauta del primer tratado, con el reconocimiento explícito de la República:

Deseando los Gobiernos de Colombia y de España

manifestar al mundo el horror con que ven la guerra de exterminio que ha devastado hasta ahora estos territorios convirtiéndolos en un teatro de sangre…”

– “Deseando regularizar la guerra que existe entre ambos Gobiernos, conforme a las leyes de las naciones cultas y a los principios más liberales y filantrópicos, han convenido…”

El texto del Tratado de Regularización de la Guerra marca un hito en la historia del derecho humanitario internacional, y consagró a Antonio José de Sucre como un diplomático y negociador virtuoso, de una inteligencia y una magnanimidad ejemplares.

– El tratado obligaba a los Estados firmantes a combatir como pueblos civilizados, a evitar las acciones de exterminio, a respetar a los prisioneros de guerra, a ofrecer asistencia médica a los heridos, a dar honrosa sepultura a los caídos de ambos bandos, a respetar la opinión política de los civiles, a evitar toda persecución por las ideas.

– El Libertador y Morillo quedaron tan complacidos con los documentos resultantes, que dispusieron un encuentro en

Santa Ana de Trujillo, el cual tuvo lugar al día siguiente.

3- EL ABRAZO DE TRUJILLO

– Luego de firmados los tratados de Armisticio y de Regularización de la Guerra los días 25 y 26, Bolívar y Morillo acordaron una entrevista personal el 27 de noviembre. Tuvo lugar en Santa Ana de Trujillo, y el general español, de regreso a su cuartel general, lo narró así:

Acabo de llegar del pueblo de Santa Ana, en donde pasé ayer uno de los días más alegres de mi vida en compañía de Bolívar y de varios oficiales de su Estado Mayor, a quienes abrazamos con el mayor cariño.”

Bolívar vino solo con sus oficiales, entregado a la buena fe y a la amistad, y yo hice retirar una pequeña escolta que me acompañaba. No puede usted ni nadie persuadirse de lo interesante que fue esta entrevista, ni de la cordialidad y amor que reinó en ella.”

– “Todos hicimos locuras de contento, pareciéndonos un sueño el vernos allí reunidos como españoles, hermanos y amigos. Crea usted que la franqueza y la sinceridad reinaron en esta reunión.”

– “Bolívar estaba exaltado de alegría: nos abrazamos un millón de veces, y determinamos erigir un monumento para eterna memoria del principio de nuestra reconciliación en el sitio en que nos dimos el primer abrazo.”

– Bolívar, por su parte, escribió a Santander:

El general La Torre me ha agradado mucho; está resistido a ser sólo español; asegura que no se embarcará jamás, sea cual fuere la suerte de la guerra; que él pertenece a Colombia y que los colombianos lo han de recibir como un hermano. Esta expresión, hecha con mucha nobleza y dignidad, me ha excitado por él un grande aprecio.”

– En Santa Ana se encontraron los enemigos de una guerra de 10 años. Lo que la entrevista de Bolívar y Morillo nos enseña es que siempre puede quedar un trasfondo de humanidad común gracias al cual es posible departir con el peor adversario.

– Para Bolívar, firmar la paz con Morillo, exigió un gran esfuerzo político y diplomático y así lo confiesa: “jamás durante todo el curso de mi vida pública, he desplegado más política, más ardid diplomático que aquella importante ocasión” fue “un argumento con qué hacer ver al mundo que ya Colombia trataba como de potencia a potencia con España”. “Aquel armisticio era provechoso para la República y fatal para los Españoles”.

– La independencia se firma tras la Batalla de Carabobo, pero no hay duda de que políticamente tiene su origen en los tratados de Trujillo de 1820, donde demostramos ser una República culta.

– ¿Cuántas veces el presente no nos pone en la misma disyuntiva?

– La Revolución Bolivariana atraviesa situaciones complejas contra el actual Imperio que nos acecha y que, como sucedió hace 200 años, subestima hoy el valor de este pueblo y su cultura política.

– Es auspicioso que en pocos días estaremos celebrando elecciones soberanas, luego de resistir a las amenazas de invasiones y al Bloqueo Criminal. Demostrará el pueblo venezolano al mundo una vez más altura y dignidad; y los imperios no tendrán más opción que reconocernos.

– Las puertas del diálogo siguen abiertas con las naciones que han intentado mancillarnos.

– ¿Se necesita más grandeza para hacer la paz que para la guerra? En ambos casos se necesita una causa noble y los padres Libertadores la tuvieron y nos la legaron: la Patria independiente.

– Que sea en paz, y apegados al derecho internacional que fraguaron nuestros próceres, la forma de resolver las diferencias con Europa y EEUU. No depende de nosotros pero es lo que todos aspiramos.

– Con este bicentenario del Armisticio inicia el preámbulo para la conmemoración del 2021: el año de Carabobo, de los invictos. De nosotros, el gran pueblo de Bolívar.