Dso-30 – DISCURSO ANTE LA 27 CONVENCIÓN MARCO DE NACIONES UNIDAS SOBRE EL CAMBIO CLIMÁTICO REALIZADO POR EL PRESIDENTE NICOLÁS MADURO MOROS – 02 de noviembre de 2022.
1.-
Honorable Presidente Abdelfatah El-Sisi
Le extiendo mi saludo solidario y mi agradecimiento a Usted y al glorioso pueblo de Egipto, por ser anfitrión de la Vigésimo Séptima Conferencia de las Partes, de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y en especial por la invitación a una cita como ésta: dado el carácter inminente del peligro que amenaza la vida y la humanidad.
Saludamos también a los honorables Jefes de Estado y de Gobierno del mundo, y a todas las delegaciones aquí presentes.
2.-
Los terribles desequilibrios ambientales que hoy afectan de manera dramática a la vida en todo el planeta, parecen indicar que el Cambio Climático —así llamado con incoherente eufemismo— es un hecho irreversible.
Temido por muchos y negado por las élites, aquel escenario distópico del que tempranamente alertó la comunidad científica, algunos líderes mundiales y casi la totalidad de los movimientos sociales, se ha convertido en una profecía autocumplida. La mayor crisis ambiental desde que la vida existe. La crisis climática es una realidad insoslayable que sólo puede enfrentarse con hechos concretos, urgentes e inmediatos.
Resulta doloroso por partida doble tener que admitir, además, que la dimensión de esta crisis no nos toma por sorpresa. Desde el inicio de la diplomacia ambiental se contaba con los datos suficientes para declarar una emergencia temprana y actuar en consecuencia. De eso hace ya tres décadas.
Con la firma de aquel histórico Acuerdo de Kyoto en 1997 se logra un importante consenso para la reducción de la huella de carbono por parte de los países industrializados y en vías de desarrollo, que hasta 2009 dio resultados importantes aunque insuficientes.
El Acuerdo de París también apuntó a mejorar los mecanismos que obligan a los países desarrollados a reducir su impacto en el calentamiento global y sobre todo se le da, por fin, un carácter vinculante a los aportes de la ciencia en este sentido. Pero también hubo penosos estancamientos y rupturas como las que se dieron en 2009 en Copenhague, donde se puso de manifiesto la poca voluntad de las élites negacionistas para avanzar con el ritmo adecuado a la emergencia y en el sentido correcto: el de la vida.
Todavía recordamos la represión policial en las calles contra los movimientos ecologistas y las confabulaciones burocráticas-corporativas que se instalaron desde entonces para evitar acuerdos y compromisos firmes para construir entre todos una solución sensata y pertinente a la situación climática ya en fase crítica desde entonces.
Presidente
Hemos perdido mucho más que tiempo: cada hora, cada mes, cada año de inacción, de vacilación, de indolencia, se traduce hoy en ecosistemas destruidos, en especies extintas y en el deterioro de las condiciones de un planeta que nos lo había dado todo con generosidad pero que hoy empieza a pasar una enorme factura por los abusos cometidos.
Reconocer los fracasos civilizatorios en esta materia es el comienzo para rectificar de manera radical. Ayer nos amenazaba el cambio climatico pero hoy es el colapso absoluto del ecosistema el que se levanta frente a nosotros como un destino fatal. Lo dicen las proyecciones más vigentes: de seguir a este ritmo autodestructivo, en 30 ó 40 años será inhabitable el planeta.
3.-
Esta crisis climática, lo sabemos, tiene y tendrá consecuencias definitivas en el planeta que nos obligan a modificar el modelo de vida consumista.
El último informe de la ONU sobre el cambio climático donde participaron 14 mil científicos del mundo, alertó que si no se reducen las emanaciones de gases de efecto invernadero como dióxido de carbono, metano y óxido ferroso al 50%, el daño será irreversible en tan sólo 8 años: es decir para el 2030 no habrá vuelta atrás en lo que estamos viviendo: tormentas, huracanes, lluvias, frío y calor extremos que cambian inesperadamente las condiciones de vida y más aún: comprometen nuestra existencia. El calentamiento global está acabando con la especies en la Tierra y esto parece ser imparable. Por poner un ejemplo: el calor extremo podría extinguir las abejas, y si no hay abejas se interrumpe el ciclo de polinización, si no hay polinización las plantas no se reproducen y esto disminuiría el oxígeno.
Veamos estos datos:
– La temperatura media anual mundial en los últimos 100 años subió 0.80 °C y se espera que para los próximos cinco años supere el 1,7ºC.
– Los gases de efecto invernadero se encuentran en los niveles más altos de la historia de la humanidad. Este nivel, que había caído en 2020, cuando el mundo entró en cuarentena por la pandemia, en el 2021 con la reactivación industrial y comercial superó el récord de 2019 cuando fue aproximadamente 12% más alto que en el 2010 y 54% más alto que en 1990. En 32 años hubo un incremento que se debió registrar en siglos.
– Aumentan en consecuencia y desordenadamente los fenómenos como la sequías y lluvias extremas: alrededor del 80% de los desastres naturales entre 2001 y 2021 estuvieron relacionados o bien con la sequía o con las inundaciones.
– Según estimaciones de los expertos climáticos, para el año 2050 el Océano Ártico quedará prácticamente libre de hielo marino por primera vez en la historia, y con un aumento de la temperatura de 2°C podría perderse el 99% de los corales del mundo.
– De igual forma, los niveles del mar han subido unos 23 centímetros desde 1880, y casi la mitad de esos centímetros ha aumentado en los últimos 25 años. Cada año, el mar sube otros 3,4 milímetros.
– Dicho aumento está causando que el agua dulce se vuelva salada, comprometiendo los recursos hídricos de los que dependen millones de personas
– El aumento de las temperaturas puede atraer patógenos mortales a las fuentes de agua dulce y convertirla en un elemento peligroso para el consumo de las personas.
4.-
Ciertamente la civilización humana es responsable de esta grave afectación que hoy vive el planeta. Sin embargo esa afirmación es incompleta y pecaría de hipócrita si no se detalla que esa civilización es profundamente desigual: está compuesta por países que llevan dos siglos explotando indiscriminadamente los recursos naturales del planeta, mientras otros apenas tienen cómo alimentarse y persisten bajo un modo de producción pre-industrial.
Venezuela es responsable de menos del 0,4% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, por ejemplo. Sin embargo, el pueblo venezolano debe pagar las consecuencias de un desequilibrio causado por las principales economías occidentales, quienes han contaminado y continúan contaminando el planeta para el beneficio de unos pocos.
La existencia tal cual como la conocimos se ha trastocado para siempre en perjuicio de todas las especies vivas del planeta. El ritmo de extinción de las especies que hasta el día de hoy conforman el complejo organismo de la biodiversidad se acelera y extiende hacia la especie humana, como lo alertó Fidel Castro Ruz en aquel célebre llamado de conciencia hace 30 años en la Cumbre de Río-Brasil. Cito: “Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre” y advirtiendo proféticamente lo siguiente: “Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo” y señaló como gran responsable de la amenaza contra la naturaleza al Capitalismo salvaje y depredador .
Será inútil, como ha sido hasta hoy, cualquier esfuerzo que emprendamos por paliar las consecuencias de este desastre ambiental, si no tenemos el coraje de reconocer que esa y no otra es la causa del desastre que se avecina. En el 2019 fue el Comandante Hugo Rafael Chávez Frías quien tuvo el coraje de decirlo de manera llana y directa. Permítanme recordar hoy algunas de sus ideas. Cito: “¿Cuál es la causa? La causa es el sueño de buscar la felicidad a través de la acumulación material y del progreso sin fin usando para eso técnicas con las cuales se puede explotar de forma ilimitada todos los recursos de la tierra” (…) “No cambiemos el clima, cambiemos el sistema” sentenció .
5.-
Presidente
El desequilibrio y la crisis ambiental creadas en la naturaleza son equiparables a las condiciones de desigualdad e injusticia que el capitalismo ha creado contra la humanidad. Un sistema que normaliza la explotación entre los seres humanos no tiene condiciones éticas para respetar a las otras formas de existencia. El capitalismo ve recursos donde otras culturas ven la vida y lo sagrado.
Y sin embargo él se siente con derecho a someter a la ecuación del rendimiento ilimitado todo cuanto encuentra a su paso, así esto signifique su aniquilación.
6.-
Presidente, colegas dignatarios
La humanidad no puede seguir huérfana. Es necesario concretar sin demoras, ni artificios burocráticos el fondo de pérdidas y daños climáticos del que venimos hablando hace unos años en cumbres anteriores. Sobre esta propuesta impostergable debemos trabajar hasta el último detalle. Afinemos los mecanismos para que el auxilio financiero sea de forma directa, justa, oportuna y expedita de manera que llegue a los pueblos más afectados la indemnización por los daños ambientales.
Cualquier acuerdo que se tome hoy debe atacar la raíz del problema y atender prioritariamente a los más vulnerables.
Es necesario se tomen en cuenta las singularidades de los países que conforman el mundo globalizado y se atribuyan, de acuerdo con la responsabilidad de éstos en la destrucción del medio ambiente, tareas concretas para salvar a la humanidad y paliar los embates del desequilibrio ecológico.
La desigualdad abismal entre los países del llamado primer mundo frente al resto, se ha incrementado y profundizado en las últimas décadas al mismo paso de la destrucción ambiental. Hay una correlación entre la crisis ambiental y la pobreza mundial. La explotación indiscriminada de los recursos renovables y no renovables además de producir miseria ambiental es responsable de la miseria social a escala planetaria toda vez que la agudiza. Esto no puede ser oibviado al momento de trazar medidas drásticas y planes efectivos que corrijan y normen la actividad cilivilizatoria para el devenir.
Finalmente, abogamos como país soberano por la protección de la Amazonía: como la última gran selva de este planeta donde se conserva toda la biodiversidad, los recursos hídricos y la memoria viva de los pueblos originarios quienes jamás, en sus milenios de existencia, han dejado una huella irreparable sobre ese sagrado suelo .
Por el contrario son los pueblos originarios quienes nos enseñan que la naturaleza no es un ser aparte e inanimado, separado del ser humano, sino nuestra totalidad: nosotros somos la extensión física y espiritual de la naturaleza y ella es la nuestra.
Las culturas ancestrales y originarias de todo un continente, desde los originarios Siux del norte americano hasta los yanomamis del sur, concibieron la tierra como un ser vivo que siente y piensa como nosotros. Despertemos a esta verdad y salgamos de la arrogancia antropocéntrica que nos impide ver lo sagrado del mundo.
-Los venezolanos y venezolanas no nos caracterizamos por ser pesimistas. Nos asiste un infatigable espíritu de lucha y un inmenso amor por la vida que nos eleva a pensar en una nueva humanidad y desde una nueva espiritualidad. Una humanidad reconciliada con la naturaleza, reconciliada consigo misma, reconciliada con el futuro.
Ya no hay, como decía el filósofo canadiense Marshall Mc Luhan: »… pasajeros en esta nave espacial llamada Tierra: todos somos tripulantes”. Sé que no hay un hombre ni una mujer de a pie que esté dispuesto a ver eclipsar esta hermosa aventura que puede ser la humanidad nueva. Tampoco nosotros nos quedaremos sentados a ver el final de los días.
Cuente el mundo con este pueblo trabajador y lleno de esperanzas, dispuesto a unir esfuerzos con todos por salvar el planeta.
La ilusión del desarrollo infinito se ha terminado: pongámosle límite ahora al daño causado a la madre naturaleza.
Presidente, hermanos y hermanas
Se agotó el tiempo de los discursos y también el de los lamentos:
Sólo queda un presente para actuar radical y certeramente en favor de otro mundo posible y de una vida verdadera…
Y aunque el presente sea un instante ante los ojos de la eternidad, será suficiente si hay voluntad de vida.
Muchas gracias.