Dso-02 – DISCURSO DE MEMORIA Y CUENTA PRESIDENCIAL ANTE LA ASAMBLEA NACIONAL. – 12 de enero de 2021

Dso-02 – DISCURSO DE MEMORIA Y CUENTA PRESIDENCIAL ANTE LA ASAMBLEA NACIONAL – 12 de enero de 2021

Señor Presidente de la Asamblea Nacional, Dr. Jorge Rodríguez Gómez.

Señora Vicepresidenta,Diputada Iris Varela.

Señor Vicepresidente, Didalco Bolívar

Diputadas Rosalba Gil e Inti Hinojosa, Secretaria y Subsecretaria respectivamente.

Señores Diputados y Diputadas electos, electas, de esta honorable Asamblea Nacional.

Magistrado Maikel Moreno,Presidente del Poder Judicial.

Señora Presidenta del Consejo Nacional Electoral, Indira Alfonzo Izaguirre

Señor Presidente del Consejo Moral, Elvis Amoroso

Señor Fiscal General de la República, Tarek William Saab.

Doctora Delcy Eloína Rodríguez, Vicepresidenta de la República.

Vicepresidentes de Gobierno, Ministros, Ministras,

Oficiales del Estado Superior

General en Jefe, Vladimir Padrino López

Comandantes Generales del Ejército, Armada, Aviación

Excelentísimos Embajadores y Embajadoras acreditados en nuestro país.

Invitados especiales,

Reciban mi saludo fraterno y bolivariano de año nuevo.

Y al irreductible, digno y valiente pueblo de Venezuela extiendo, además, mi más sincero agradecimiento. Ha sido el pueblo con su paciencia, con su voluntad, con su conciencia, quien nos puso acá, quien nos reúne acá y quien nos demanda el cumplimiento del sagrado deber patrio.

A ese pueblo de Venezuela le debemos mucho y nos debemos también en demasía,todos y todas, como servidores públicos, como ciudadanos y en mi caso particular como revolucionario.

He venido acá, así lo manda la Constitución, a rendir cuentas al país ante la nueva Asamblea Nacional derivada del mandato popular del pasado 6 de diciembre y que asumió diligentemente sus funciones el pasado 5 de enero del corriente. Como corresponde, como fue escrito de manera taxativa en nuestra Carta Magna. Y quiero aprovechar este momento memorable para agradecer a todos los candidatos y candidatas que resultaron o no electos, a todos los partidos que se disputaron los votos desde la confrontación de las ideas y que, ante las amenazas y los chantajes de poderes fácticos y extranjeros,se mantuvieron firmes y parciales por su país.

La del pasado 6 de diciembre no fue una elección más: será recordada como el evento que puso fin a un período de crueldad y que abrió los caminos para un devenir fértilpara la reconciliación política y la recuperación de nuestra economía. Gracias a esa elección en la que se rescató al Poder Legislativo, el 2020 quedará grabado en los anales de la historia como el año en que se impuso definitivamente la política a la guerra y se preservó, nada más y nada menos, que la existencia de la República. La misma que en el año 21, allá en el siglo XIX, naciera del sacrificio, el amor y las luchas de nuestros padres libertadores.

Insisto: estar acá hoy como Presidente reelecto frente a una renovada Asamblea Nacional es un prodigio de nuestro pueblo, de su voluntad soberana, de su vocación democrática y de una determinación colectiva de ser libres, soberanos e independientes que está en nuestros genes, que es verbo y es acción, y que tarde o tempranotendránque reconocer y respetar aquellos que todavía, en pleno siglo XXI, desde una postura colonialista nos subestiman y desprecian.

Se impuso la paz. Triunfó la Constitución.Ganó Venezuela.

Cinco años pasaron desde la última vez que me tocó rendir cuentas ante el Poder Legislativo. Es imposible no recordar aquel momento en el queante una abrumadora mayoría opositora vine hasta acá, como he venido hoy, en mi calidad de Presidente Constitucional de todos los venezolanos y venezolanas, a presentar cuentas y, a propósito de la convivencia política, extendí mi mano a quienes fueron favorecidos por la confianza del pueblo para asumir la tarea de legislar y hacer contraloría al Poder Ejecutivo. Sabíamos quiénes eran, lo que habían hecho muchos de ellos en el pasado reciente y aun así costaba imaginar hasta dónde podían llegar con su ambición personal, con su pulsión destructiva y autodestructiva y, paradecirlo con Don Mario Briceño Iragorry, con su servilismo pitiyanqui.

Se inauguraba entonces el Quinquenio de la Traicióndonde tuvieronlugar acciones antirrepublicanas, inéditas por su índole y su crueldad, y de las que tendremos que hablar obligatoriamente hoy, mañana y siempre para que no se repitan, para que no se olviden y sobre todo para que no queden impunes.

Hoy es un día marcado por el retorno. Así lo siento.

Dice el magnífico Diccionario de uso del español de María Moliner acerca del verbo retornar: Ir y venir de nuevo una cosa al punto de partida…

En ambos sentidos, puedo aplicarme, podemos aplicarnos el verbo retornar. Por un lado, yo estoy en este día en la situación que antes estuve: presentando este mensaje ante la Asamblea Nacional. Pero también el pueblo se encargó de poner a la Asamblea en el lugar donde estaba, en el sitial que le pertenece.

Hoy, cuando uno extiende la vista por este recinto, es claro que ha recuperado toda su prestancia patriótica y republicana, toda su prestancia popular. El mundo ve una Asamblea plural, resultado inequívoco de una democracia viva.

Han retornado aquí Bolívar y Chávez: El Libertador y el Comandante. Con ellos ha retornado toda la fuerza histórica que nos caracteriza como pueblo y ha retornado toda la potencia liberadora.

Tenemos nuevamente un poder legislativo digno de tal nombre, consciente de su naturaleza, con la más inexorable y férrea disposición para trabajar subordinado al pueblo y a los intereses superiores de la Nación. Contamos con un centro de luces y de acción que ya ha comenzado a imprimirle toda su energía constructiva y creadora a nuestra vida republicana; contamos con un espacio ganado para el diálogo nacional que hoy más que nunca es tan necesario como insustituible.

Señor Presidente:

Todas las cifras que podamos decir hoy y las que se detallan minuciosamente en el documento debidamente consignado ante esta Asamblea Nacional, son el resultado de una proeza colectiva. El año 2020 sorprendió a la humanidad con la veloz propagación de la enfermedad del Covid-19, que no tardó en ser declarada pandemia mundial por la OMS.

Si algo ha caracterizado al Covid-19 es que puso a prueba las teorías, así como la eficiencia de los sistemas y modelos políticos del mundo. Hoy sólo tendríamos que remitirnos a los números para juzgar al capitalismo neoliberal -el sistema dominante- y a su lógica de salvar a los grandes capitales antes que proteger a sus poblaciones. El Covid-19 puso al descubierto las mentiras de un sistema que ha hecho inviable la vida social e individual del ser humano.

Nuestro gobierno entero, digo bien, desde las más altas instancias hasta su expresión territorial y comunitaria, se dispuso con todas sus capacidades y su inventiva para la mitigación de los embates de la primera pandemia del siglo XXI priorizando la vida y la salud del ser humano por encima de cualquier otro asunto.

Ya lo hemos dicho antes, no partimos de cero. Para la Revolución Bolivariana la salud siempre ha sido un derecho humano y gracias a la preexistencia de un conjunto de Misiones Sociales pudimos desplegarnos junto al pueblo en la búsqueda casa por casa de los casos positivos para el despistaje, control y corte de las cadenas de contagios comunitarios.

El 31 de diciembre de 2019 se reportó el primer caso de Covid-19 en el mundo y desde entonces la humanidad ha estado en vilo. Nunca antes en el último siglo una enfermedad afectó tanto a las sociedades del planeta y colapsó los sistemas sanitarios, económicos, financieros y generó un caos de dimensiones aún inimaginables: ya se cumplió el primer año de la aparición del coronavirus y la crisis se expande con un rebrote que afecta aún más que el primero.

En Venezuela comenzamos a tomar precauciones de forma temprana, por eso el 28 de febrero de 2020, cuando todavía no se había reportado ningún caso en el país, se puso en marcha la Comisión Presidencial para la Prevención y Control del Covid-19, que ha sido una instancia clave en tomar las más acertadas políticas en el ámbito sanitario, científico, médico y de seguridad, porque está integrada por las máximas autoridades en esas áreas, que se han combinado para salvar vidas. He allí el propósito del modelo venezolano: preservar la vida ante la peor pandemia en los últimos 100 años.

Los primeros dos casos en Venezuela llegaron desde España en un vuelo comercial el 13 de marzo, después de casi un mes de estudios, pruebas y exámenes minuciosos en las fronteras para impedir la propagación en el territorio de la enfermedad.

Un día antes se habían dictado las primeras acciones para restringir vuelos desde y hacia Colombia y Europa, regiones muy afectadas por la pandemia, y suspender todas las actividades masivas que representan los principales focos de infección.

Recordemos que para esa fecha se iniciaba el debate intenso sobre el uso del tapaboca, ni siquiera la Organización Mundial de la Salud había aprobado de forma definitiva su uso como protección ante el virus, pero viendo lo que ocurrió en Wuhan, China, y en otras naciones, convoqué al uso de la mascarilla como principal elemento de las medidas de bioseguridad y vean los buenos resultados que han arrojado: nuestro país apenas ha reportado 120 mil casos en más de 300 días de pandemia, un porcentaje inferior a 15 personas por cada cien mil habitantes, uno de los índices más bajos a nivel mundial. El uso del tapaboca es una norma de estricto cumplimiento por el pueblo y de forma voluntaria.

Todavía existe un debate muy confuso entre los que apoyan la medida del uso de la mascarilla y otros que han preferido rechazarla, pero las estadísticas son claras y lo pueden ver en este Salón del Hemiciclo Protocolar del Palacio Federal Legislativo, donde todos usamos correctamente y de forma consciente el tapaboca.

Yo fui el primer líder mundial, como Presidente de la República, en ponerme el tapaboca y llamar a la población en general a su uso indispensable. Esa ha sido una de nuestras mejores armas en esta batalla incansable que hemos librado y que nos queda aún un trecho por andar.

Venezuela suspendió clases en todos los niveles desde el mismo 13 de marzo, y el 15 decretó la cuarentena en los 7 estados del país que habían presentado algún caso positivo. Fue el primer país de todo el continente en hacerlo y, hoy en día, es quien mejor ha combinado el esquema preventivo con la nueva normalidad.

La cuarentena funcionó desde el primer día y en todo el país porque incluso en las regiones donde no había casos las personas prefirieron resguardarse, eso me motivó a extender la medida de prevención en los 23 estados y el Distrito Capital.

El 17 de marzo, los 335 municipios del país entraron en cuarentena. Sólo se permitió el funcionamiento de los sectores alimentación, salud, farmacéutico, telecomunicaciones y servicios básicos. Venezuela pasó 11 semanas corridas bajo ese esquema de cuarentena radical. Fueron días muy duros porque, por primera vez, nuestra sociedad conoció el confinamiento. Eso impactó nuestra economía pero también influyó en el comportamiento de la familia y los ciudadanos. Por eso aplicamos una política audaz con la encuesta del Sistema Patria. La Plataforma Patria nos permitió saber cuáles eran las necesidades de los ciudadanos estando en casa, además nos mostró qué hacían durante ese tiempo y con ello se fortalecieron los esquemas de atención a través de los programas sociales.

Con la misma intensidad de esas consultas se abordó una estrategia eficaz y amplia que nos llevó al despistaje masivo. De forma remota con la plataforma Patria aplicamos test sencillos con preguntas concretas para conocer el estado de salud de cada persona y las condiciones de quienes se reportaban con algunos síntomas, para ir con las más de 14 mil brigadas médicas que habilitamos para captar a los pacientes y brindarles toda la atención. En Venezuela hicimos un mapeo exhaustivo y estratégico para atender los casos en todo el país, aislarlos y brindarles los mejores tratamientos del mundo.

Habilitamos más de 58 hospitales centinelas y 400 centros de diagnóstico integral para la hospitalización de pacientes. Además, contamos con las brigadas de médicos integrales comunitarios, las brigadas de la hermana nación de Cuba, incorporamos a los estudiantes de los últimos dos años de medicina y al personal jubilado a esta tarea titánica de frenar  y controlar la propagación del Covid-19.

En abril me tracé una meta difícil pero que hemos saldado con éxito. Prometí fortalecer el sistema público de salud en plena pandemia para aprovechar las oportunidades y robustecer nuestras capacidades. 300 días después podemos decir que hemos cumplido la misión y que seguimos ampliando y mejorando todos los sectores y niveles. No podemos olvidar que toda esa inversión la hemos garantizado pese a perder el 99% de los recursos que ingresan al país, sin poder tener la libertad de ir al mercado internacional en procura de financiamiento y refinanciamiento, sin poder comprar libremente porque nos congelan, cancelan y roban las cuentas, sancionan a los proveedores, empresas navieras y cualquier empresa o persona que tenga vínculos comerciales con Venezuela; todo eso debido al bloqueo genocida y a las más de 400 medidas coercitivas dictadas en contra de nuestra nación. Y es que las fuerzas imperiales y sus lacayos no han respetado la pandemia, porque en medio de ella han recrudecido su odio, aumentado la conspiración y agudizado su perversidad y crueldad para hacerle un gran daño al pueblo venezolano, que ha contado con el Gobierno Bolivariano para su protección integral.  

Nuestra población contó con todas las garantías, porque perfeccionamos el sistema de atención social y de organización popular creado por nuestro comandante Hugo Chávez para proteger a los más vulnerables. Ese modelo nos permitió la cercanía con las comunidades y direccionar las políticas reivindicativas. Gracias a ello pudimos ampliar y mejorar la calidad y periodicidad de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción e implementar mecanismos para facilitar las compras desde casa. Asimismo, con el Carnet de la Patria y Hogares de la Patria, se aplicó un sistema de pago de bonificaciones que apoyaron económicamente a nuestro pueblo.

Justo en el momento en el que el país tenía controlada la pandemia y cerrábamos una etapa ruda de 11 semanas de cuarentena radical, Latinoamérica se convertía en el epicentro de la pandemia, lo que aceleró el fenómeno de la migración de retorno, con miles de venezolanos y venezolanas que huían de la xenofobia, maltrato, desatención, racismo y la ola creciente de contagios en esos otros países. En ese contexto iniciamos el método 7+7, que permite una semana de cuarentena y otra de flexibilización, buscando un equilibrio, una armonía entre la prevención y la reactivación de la economía y el comercio nacional. El primero de junio conocimos la flexibilización con 10 sectores económicos priorizados, pero solo en los estados donde la tasa de contagios estaba controlada, porque los principales epicentros comunitarios se mantuvieron en cuarentena hasta superar la etapa crítica.

Detectamos en esos días un fenómeno que nos hizo mucho daño: el trocherismo. Desde mayo, las mafias colombianas con el auspicio de Iván Duque, que por su odio a Venezuela ordenó contagiarnos masivamente  (tenemos las pruebas y los testimonios de cómo miles de venezolanos fueron montados en autobuses, se les dio una logística y al llegar a la frontera comenzaron a sentirse mal, después de haberse cuidado por un largo período). Bueno, Duque y el paramilitarismo aprovecharon la larga frontera de más de 2.200 kilómetros para impulsar el paso irregular de personas contagiadas por trochas que, al llegar a Venezuela, contagiaron a todo su entorno y elevaron la curva de pacientes, que en ese momento estaba en apenas 18 casos por día y, de pronto, comenzó a ser de cientos y llegó a miles en la etapa más crítica. Fue por culpa de Duque y del trocherismo que nuestro país conoció realmente la pandemia en los meses de junio y julio.

La pandemia, ya lo he dicho, desnudó la perversidad del modelo capitalista que sacó su peor cara al priorizar las finanzas, la banca y las monedas por encima de la vida, como si fuese posible un mundo solo de dinero, sin gente. Esa cruda realidad del modelo neoliberal la padecieron los venezolanos en el extranjero, mientras nosotros en Venezuela garantizamos la inamovilidad laboral, suspendimos los pagos de alquileres y créditos, otorgamos bonos al pueblo y a los trabajadores del sector de la economía informal, asumimos la nómina de las empresas privadas y dictamos un esquema económico excepcional e integral para apoyar y proteger a todos, en los países latinoamericanos abandonaron a su suerte al pueblo, el sistema capitalista los corrió de sus trabajos y viviendas alquiladas y limitó cualquier posibilidad de aliento económico. Eso exacerbó los brotes de xenofobia contra migrantes venezolanos en Colombia, Perú, Ecuador, Chile y otras naciones, por lo que ordené retomar con fuerza, pese a las restricciones por la pandemia y las limitaciones del bloqueo contra Conviasa, el Plan Vuelta a la Patria, con el fin de rescatar y reunir a la familias venezolanas que se encontraba en el exterior.

El método 7+7 ha sido una clave fundamental para combatir la pandemia. Fuimos ampliando la fórmula en cada estado según su estatus. Comenzamos con sólo diez sectores priorizados en los estados con menor índice de contagio. Luego fuimos a las 3 etapas: 24 sectores activos en los estados con menor incidencia, 10 en los de mayor presencia de casos y cuarentena radical en los municipios fronterizos para que fuesen muros de contención epidemiológicos. Hasta que llegamos a la perfección, el 7+7 perfecto, el mismo implica que en todos los estados se dinamizan 24 sectores económicos. Finalmente, el país fue protagonista del 7+7 Plus con la activación, en diciembre, durante todo el mes, de 53 sectores comerciales, económicos, culturales, deportivos, turísticos.

Diciembre fue un punto de inflexión en un convulsionado año 2020, pues pudimos vivir intensamente una comercialización exitosa en todos los niveles, con récords en transacciones bancarias, una dinamización auspiciosa y una recuperación muy provechosa de nuestra economía.

Mientras tanto, Europa y varios países de Latinoamérica vivieron unas navidades y un año nuevo de cuarentenas, restricciones, toques de queda y diversas limitaciones debido a la creciente oleada de contagios que sigue golpeando con mucha fuerza, colapsando los sistemas sanitarios y económicos y poniendo en riesgo la vida de millones de personas.

Venezuela además, consolidó el esquema de atención:en los últimos 3 meses se ha mantenido en 95% la recuperación de los pacientes en comparación al promedio mundial que es inferior al 70%. Esta hazaña heroica es gracias al 100% de hospitalización y aplicación de tratamientos de forma gratuita. En el país, más del 99% de los casos son recluidos en el sistema público de salud y los pocos que están en clínicas privadas reciben los tratamientos de forma directa y sin cobro alguno.

Desde octubre, Venezuela alcanzó la primera cura comprobada contra el Covid-19 con la molécula DR10, que está en estudio por la Organización Panamericana de Salud. Se trata de una medicina natural que tiene sobradas cualidades para curar la infección por coronavirus, creada por manos venezolanas, por científicos venezolanos. También se inició en ese mes la tercera etapa de pruebas de la vacuna Sputnik-V, con dos mil dosis que se han aplicado, obteniendo resultados muy positivos. Este fue el antídoto pionero frente a la pandemia y además el de mayor efectividad que se ha conocido hasta ahora, el cuál será aplicado en el país en este primer trimestre de 2021 después de que se adquirieran 10 millones de dosis con la hermana Federación de Rusia.

­El crecimiento del Covid-19 ha sido cada día más asombroso y lamentable. El mundo llegó a los primeros 10 millones de contagios en 6 meses; 44 días después, arribó a 20 millones; luego de 36 jornadas, reportó los 30 millones; en los siguientes 33 días marcó 40 millones de pacientes; 20 días más tarde se alcanzaron los 50 millones; 16 días después sobrepasó los 60 millones; pasados 15 días rebasó los 70 millones; luego de dos semanas sumó más de 80 millones y, apenas 12 días después, arribó a 90 millones. Al mismo nivel se han incrementado las víctimas fatales, que ya totalizan 2 millones de decesos en el último año.

La Organización Mundial de la Salud después del 30 de enero del 2020, cuando declaró la emergencia internacional, recomendó la cuarentena para prevenir los contagios masivos.  Estados Unidos, de la mano de Donald Trump, y Brasil, presidida por Jair Bolsonaro, fueron los dos principales críticos de la cuarentena. Meses más tarde se convirtieron en los epicentros de la pandemia, hundiendo a sus pueblos en terror, muerte y crisis sin precedentes. Permitir la vida normal ante una situación pandémica hizo que la ciudadanía estadounidense reportara cerca de 23 millones de casos, de los cuales más de 375 mil han muerto, una cifra que triplica los decesos registrados en la primera guerra mundial. Mientras tanto, el gigante amazónico se convirtió en el primer país de Latinoamérica con más de 8 millones de contagios y más de 200 mil fallecidos. En ambos países no se ha respetado la cuarentena y hoy, las consecuencias son devastadoras.

Las comparaciones son odiosas y más cuando se trata de temas sanitarios, pero también son necesarias. El mayor registro de casos de covid-19 en Venezuela superó los mil 400. Mientras que, Estados Unidos, ha roto su propio récord de contagios y fallecidos diarios en más de dos decenas de veces, siendo más de 300 mil casos diarios el tope máximo. Colombia, por su parte, sumó más de 18 mil en una sola jornada y se aproxima a los 2 millones de contagios, con un subregistro, porque Iván Duque miente presentando datos falsos. Entretanto Brasil sobrepasó los 70 mil casos por día. Si revisamos solo esos tres países, dos con fronteras directas con Venezuela y otro que nos ataca, bloquea, asfixia y persigue de forma criminal, afirmamos que los logros de Venezuela son más que elocuentes.

Del mismo modo, junto a Cuba, somos las únicas dos naciones que cuentan con un sistema de pruebas gratuitas que se aplican en cada comunidad y que ya han alcanzado los 2 millones de diagnósticos. En promedio, Venezuela realiza cerca de 90 mil pruebas por cada millón de habitantes, siendo una referencia global de prevención y atención generalizada. El Gobierno hace un esfuerzo titánico para vencer el bloqueo y tener en el país los medicamentos preventivos y curativos. Son en total 5 kits de tratamientos que van desde los asintomáticos, que también reciben medicación, hasta los severos con los fármacos más avanzados. Los mejores medicamentos los hemos traído para salvar vidas. Todos los pacientes han recibido su tratamiento de forma oportuna. Por estas dos razones, el 80% de los pacientes en Venezuela son asintomáticos o tienen síntomas leves, porque se captan a tiempo y se medican tempranamente. Así pues, decimos hoy que el pueblo venezolano es el que menos ha sufrido en la región, en comparación a los estragos ocasionados en los países vecinos.

No podemos olvidar las manos amigas de los países hermanos de Venezuela. Sin ellos sería imposible haber llegado a este punto exitoso de atención. Por eso agradecemos a Cuba, que envío miles de médicos que arribaron el mismo 15 de marzo y ya han hecho varios cambios de guardia, además estamos acordando la incorporación a la producción y adquisición de las 4 vacunas cubanas, que marchan muy bien. China, por su parte, nos ha enviado 9 vuelos con ayuda humanitaria en un puente aéreo decretado desde marzo. También recibimos a sus científicos y especialistas que nos trajeron toda su experiencia durante los primeros meses y se involucraron en el despistaje masivo casa por casa. Con los hermanos chinos, de igual manera estamos estudiando la participación en las vacunas que desarrollan. Junto a Cuba y China, están Turquía, Rusia, la Cruz Roja Internacional, la Organización de Naciones Unidas y la Unicef, los cuales han enviado toneladas de ayuda humanitaria que se ha distribuido de forma sensata y directa en todo el país. La historia sería otra sin la ayuda valiente y decidida de estos países hermanos. 

Señor Presidente

La humanidad cambió para siempre, nada podrá ser igual, estamos en presencia de una nueva normalidad relativa y controlada. Y en ese sentido, Venezuela está aplicando los mejores métodos pese al asedio brutal e inhumano, y seguimos dando ejemplo de protección al pueblo y mitigación de los contagios. Superamos los 300 días de la lucha implacable, incansable y humanista contra el coronavirus, teniendo el método ideal para la protección y el desarrollo, aplicando las políticas adecuadas para salvar vidas en la ruta hacia la vacunación masiva. Aunque la postpandemia todavía está lejos, tenemos la certeza de estar transitando el camino más indicado para garantizar la vida y con ella, la victoria definitiva

2. Balance Político y de la soberanía nacional.

Honorables diputados y diputadas:

La pandemia no fue la única dificultad que Venezuela tuvo que sortear en el 2020. El año pasado concentró la mayor cantidad de agresiones militares, paramilitares y terroristas materializadas sistemáticamente por la derecha extremista usando como fachada la Asamblea Nacional saliente, y con apoyo y consentimiento de gobiernos extranjeros como el que ya culmina en EEUU y los que aún agonizan en América Latina: Colombia, Brasil, Ecuador, Chile, por nombrar algunos. Estas acciones contra el pueblo de Venezuela fueron desde el sabotaje a los servicios públicos hasta la incursión armada. Más de 400 acciones orientadas deliberadamente a socavar la institucionalidad nacional e interrumpir la paz social. Para hacer un balance justo de la actuación del Gobierno Nacional, en aras de garantizar la convivencia social y la soberanía nacional durante el pasado año, permítanme antes repasar el histórico de agresiones durante el Quinquenio de la traición.

La derecha extremista aprovechó coyunturas difíciles y se afincaron en la guerra económica para ganar el parlamento y así poder tener la investidura para atacar, robar, conspirar, entregar al país y solicitar sanciones, bloqueos e invasiones. Hemos vivido el año más difícil de toda nuestra historia, pero también el lustro más oscuro, cruel y perverso del periplo legislativo.

A finales de 2016, con la elección de Donald Trump y su ascenso al poder en enero de 2017, año en que Julio Borges, prófugo de la justicia venezolana, asumió la presidencia de la Asamblea Nacional, se intentaron fórmulas fraudulentas para destituir al Presidente de la República. Desde decretar mi abandono del cargo como Mandatario hasta solicitar presión internacional, mediante sanciones, a la Unión Europea y Estados Unidos y el aislamiento a países de la región, con los lobbys que se habían armado.

La ultraderecha venezolana, al verse derrotada en todos sus planes por el torrente democrático del pueblo en las elecciones presidenciales del 2018, optó por aliarse con factores extremistas y planificó, con la cooperación de Colombia y Estados Unidos, un Magnicidio en mi contra, querían asesinarme junto al alto gobierno, ministros y el Alto Mando Militar.

Al año siguiente, luego de que yo tomara posesión de la Presidencia para el período constitucional 2019-2025 fue cuando decidieron lanzarse la aventura política de poner a un títere a autoproclamarse presidente, el 23 de enero de ese año, con el apoyo de Donald Trump, y así comenzar una de las etapas más oscuras de la vida política de Venezuela. A un mes de esa fecha intentaron invadir el país por la frontera colombiana con Táchira, argumentando el ingreso de una supuesta “ayuda humanitaria” que fue contenida por nuestro valeroso pueblo en unión cívico militar. De allí surgió una gran trama de corrupción y la relación directa de Guaidó con el paramilitarismo colombiano, específicamente con el grupo criminal Los Rastrojos.

El 2020 además, fue el año en que la saliente administración Trump de forma descarada, ilegal, inhumana y criminal le colocó precio a mi cabeza, 15 millones de dólares. Una muestra más de la desesperación y del supremacismo que los hizo cometer errores garrafales durante 4 años y que en este último lapso mostró su completa decadencia. Junto a mí, a otros compañeros también los marcaron como en los tiempos de Cowboys, para pagar una recompensa por nuestras vidas. Un mes después se ejecutó la Operación Gedeón, financiada por el narcotráfico colombiano y los gobernantes de la Casa de Nariño y la Casa Blanca, para capturarme y asesinarme.

El mundo fue testigo de cómo se firmó un contrato donde los gobiernos de los Estados Unidos de América y de la República de Colombia planificaron, financiaron y entrenaron a mercenarios para ejecutar un ataque armado contra nuestro país, con el objetivo de perpetrar asesinatos indiscriminados de población civil inocente, asesinatos selectivos contra altos funcionarios de mi gobierno y por supuesto mi asesinato.

El títere criminal fue el responsable de firmar ese contrato que pactó por 220 millones de dólares la invasión a Venezuela, ejecutada por el mercenario, exboina verde, JordanGoudreau, junto a dos militantes de las boinas verdes y unos traidores apostados en Colombia desde el 30 de abril de 2019. Todo eso fue derrotado por el pueblo, por la unión cívico-militar-policial que respondió de forma oportuna y certera al ataque y neutralizó tal operación terrorista.

El mejor retrato de la lucha de un pueblo quedó para la historia en la postura firme de aquel pescador enfrentando a los mercenarios que llegaron a la costa de Chuao, después de la huida desde La Guaira, donde fueron repelidos por la FANB. Eran mercenarios contra pescadores, eran terroristas contra comuneros, eran asesinos contra el pueblo valiente y triunfaron la justicia y la paz. Fueron capturados y hoy están siendo juzgados los criminales que intentaron asesinarme, matar a representantes del Estado y apoderarse de nuestro país.

La respuesta de la FANB fue ejemplar, puso en marcha los ejercicios Escudo Bolivariano y emprendió la operación Negro Primero de aplastamiento del enemigo para escudriñar cada palmo de las costas y hallar a cada uno de los integrantes de la Operación Gedeón. Fuimos capaces de derrotar esta agresión mercenaria que prepararon durante meses, que incluso hicieron licitaciones para contratar la mejor opción, Donald Trump recomendó a sus hombres, Iván Duque aportó toda la logística, usaron la supuesta ayuda humanitaria para dar cobijo y pertrecho a los criminales. Pero no pudieron con la valentía y capacidad de nuestra gloriosa FANB.   

Fue un 2020 también de ataques a las empresas básicas y estratégicas. Espías estadounidenses fueron capturados cuando intentaban sabotear las refinerías del país, además de decenas de venezolanos y colombianos que capturamos planificando conspiraciones contra las empresas petroleras, gasíferas y eléctricas. La inteligencia popular y social fue fundamental. Fue un año intenso de defensa, de un liderazgo colectivo dentro de nuestras fuerzas policiales y militares que nos permitió neutralizar planes macabros. Otros se ejecutaron, como el que se llevó a cabo contra llenaderos de gas y más recientemente contra el Guri, pero la clase obrera y la unión cívico-militar-policial supo contener, atender y subsanar cada una de las agresiones y corregirlas oportunamente.

Captaron, contrataron y pactaron con bandas criminales para intentar sabotear la paz del país; por la frontera intentaron la violencia paramilitar, han tratado de comprar funcionarios para que traicionen su uniforme y al pueblo, pero han chocado con un muro de dignidad y patriotismo que hoy reina en nuestros cuarteles y componentes militares y policiales. Sus planes han fracasado ante la lealtad absoluta de nuestros soldados. 

La presión que ha soportado y vencido Venezuela solo ha sido posible gracias a la lealtad popular y de nuestros funcionarios militares y policiales. La historia sería otra si no se hubiese generado esta unión estratégica y vital.

Tenemos hoy día una generación de militares, policías y jóvenes que encarnan las mismas batallas que hace 200 años libraron nuestros libertadores y libertadoras, que llevan consigo la llamarada sagrada de la patria y el respeto al pueblo.

Quiero insistir en las campañas emprendidas contra nuestra soberanía. El año pasado la derecha retomó las acciones para arrebatarnos el territorio de la Guayana Esequiba. De la mano deltítere criminal que pretendió entregar ese espacio a cambio del reconocimiento del Reino Unido, su embajadora de ficción, que por cierto renunció y lo denunció por delincuente, hizo el lobby para que el Gobierno de Reino Unido acelerara su vil intención de apoyar a Guyana en la lucha ilegal para apoderarse de parte de nuestro territorio.

El Esequibo es nuestro, es una realidad irrenunciable y lo vamos a defender ante cualquier instancia internacional. Se han confabulado los intereses de Estados Unidos, Canadá y Reino Unido para apoyar a Guyana, pero no podrán con la Diplomacia Bolivariana de Paz, que se impondrá para garantizar el Acuerdo de Ginebra de 1966.

3. Balance Económico

Sin embargo, ha sido brutal la guerra económica, el ilegal bloqueo financiero y comercial a nuestra economía expresado a través de la criminal política de sanciones, lo que más daño ha hecho al pueblo venezolano en este Quinquenio de la Traición.

El imperialismo entendió que para agredir a la Revolución Bolivariana no era suficiente la violencia política.Tenía que llevar su guerra contra Venezuela a la economía: destruir las condiciones materiales de vida del pueblo venezolanopara crear condiciones objetivas para su asalto al poder.

El ataque contra la economía venezolana en los últimos 5 años ha sido multiforme, cruel, extendido, creciente y planificado. Ha abarcado todos los aspectos de la economía real: los ingresos del Estado, la moneda, la producción y comercialización del petróleo, la deuda externa, el intercambio comercial con el extranjero, el oro y los demás minerales, la importación de alimentos, medicinas y bienes esenciales, la producción interna,  la economía digital.

        No ha habido una sola área de nuestra economía que no haya sido atacada y no haya sentido los terribles impactos de la guerra económica y el bloqueo.

        Las medidas dictadas por EEUU y avaladas por sus aliados y satélites políticos han ido conformando una situación de progresiva asfixia económica que ha herido profundamente el cuerpo de la nación, afectando severamente a nuestra población.

Para lograrlo, el imperialismo decidió atacar inicialmente las fuentes de financiamiento del país y en particular del financiamiento externo.

A partir del año 2016, las acciones contra nuestro país estuvieron dirigidas hacia este objetivo central: quitarle al Estado y al Gobierno la capacidad de generar o acceder a recursos en divisas para sostener las políticas de protección social que se traducen en servicios públicos subsidiados, salarios dignos y el desarrollo de la economía en general.

Esta situación contrasta claramente con el período inmediato anterior.  Entre 2007 y 2012 el sector público venezolano recibió flujos positivos de financiamiento, soportados por una economía sana, que demandaba recursos para invertir y proyectar su crecimiento, tal como lo muestra la siguiente gráfica:

Esta relación se invierte dramáticamente a partir de 2013. Se cierran los flujos de financiamiento externo al país. Desde entonces, incluyendo la deuda comercial, mantenemos flujos negativos cercanos a los 6 mil millones de dólares en materia de financiamiento.

A partir de entonces se inicia la política de aplicación de las llamadas Medidas Coercitivas Unilaterales, denominadas sanciones. Sancionaron el oro, el petro, persiguieron nuestras cuentas y nuestros recursos en el extranjero, se negaron a tramitar pagos, incluso para cargamentos de alimentos y compra de medicinas, insumos y  equipos médicos.

Los funcionarios del Departamento del Tesoro de EEUU directamente, presionaron y chantajearon a decenas de empresas internacionales, obligándolas a cerrar sus operaciones y cortar sus relaciones comerciales con Venezuela: sancionaron incluso, a grandes empresas de China, Rusia, Cuba, Irán y otros países por mantener relaciones comerciales abiertas y transparentes con Venezuela.

En el año 2016, las llamadas agencias calificadoras de riesgo elevaron de forma artificial el Riesgo País a límites absurdos, incluso por encima  de países en guerra, con el fin deteriorar el valor de nuestra deuda y hacer inviable su negociación en los mercados financieros.

Y esa política de agresión a otro Estado, que las Naciones Unidas califican de ilegales, extraterritoriales e inhumanas a niveles nunca antes vistos, escaló a partir de 2017, bajo la política de “máxima presión” diseñada por John Bolton y Elliot Abrams, y alimentada por la ambición de Donald Trump por apropiarse de Venezuela.

Es precisamente en el año 2017 cuando el imperio -que sabía que Venezuela necesitaría un mayor volumen de recursos porque comenzaba un nuevo ciclo de compromisos de pago con los acreedores internacionales- prohibió a la banca internacional negociar y refinanciar la deuda soberana y la deuda de PDVSA.

De esta manera, al recorte de financiamiento y a la guerra de precios del petróleo, diseñada por el imperialismo y las transnacionales de la energía para atacar a los países productores, se le sumó desde 2017 la brutal  escalada sancionatoria contra PDVSA y las finanzas públicas.

La abrupta caída de los ingresos externos de la República, desarticuló drásticamente los equilibrios macroeconómicos, afectando las reservas internacionales, el producto interno, la balanza comercial, el índice de precios, la liquidez monetaria, las importaciones, el nivel de inversión, las tasas de interés y los ingresos de trabajadores y trabajadoras.

PDVSA, nuestra industria petrolera, ha sido el blanco principal de esta política de destrucción, de “tierra arrasada” en materia económica, diseñada y ejecutada por Estados Unidos.

Desde el año 2015, el ataque contra nuestra industria petrolera siguió varios cursos de acción simultáneos: 1) persecución financiera para asfixiarla económicamente; 2) las operaciones jurídico-políticas en tribunales extranjeros para despojarla de sus activos; 3) el embargo al comercio internacional del petróleo venezolano, que incluyó desde sanciones a empresas de transporte hasta el asalto a buques que transportaban gasolina comprada y pagada por Venezuela, y que fue subastada en Estados Unidos en un verdadero acto de filibusterismo económico; y 4) el sabotaje interno para producir la caída de la producción y la corrupción interna.

Los impactos de esta campaña contra la industria petrolera por supuesto impactaron de manera profunda su capacidad operativa, sus ingresos y la producción de crudo venezolano.

El primer ataque vino por la vía de la “guerra de precios” a partir de 2015, estrategia imperial que fue derrotada gracias a la voluntad política de los países OPEP y No OPEP, y donde Venezuela -modestamente lo digo- jugó un rol fundamental.

Pero luego, cuando los precios mostraron una relativa recuperación, se pasó entonces a una fase superior: el bloqueo a la economía venezolana y el embargo petrolero total a PDVSA. Es la fase más brutal, más salvaje, más inhumana de este Quinquenio de la Traición, porque se hizo a plena conciencia del profundo daño que causaría a la economía y a todo el pueblo de Venezuela.

De esta forma, las órdenes ejecutivas de Donald Trump impidieron que PDVSA lograse financiarse en los mercados internacionales; mermó su capacidad de inversión y de producción, afectando sus planes de inversión y mantenimiento en una industria como el petróleo, cuyo rasgo principal es el uso intensivo de capital.

Entre 2014 y 2019, la producción petrolera de Venezuela cayó 69%, precisamente debido a la imposibilidad de la industria de disponer de recursos para sus planes deproducción y mantenimiento de sus operaciones.

Pese a los esfuerzos de nuestra industria, las pérdidas producto de las sanciones son enormes: en este gráfico se evidencia que, si PDVSA mantenía el nivel de producción de marzo de 2015, antes del decreto de Obama, habría producido en cinco años 2.153 millones de barriles, que equivalen a 102 mil 500 millones de dólares.

Lo que prueban estos cálculos es que las pérdidas para Venezuela, sólo por la caída de la producción petrolera, sin considerar factores como la guerra de precios y el recorte de financiamiento, se ubican en un nivel que jamás se le hubiese ocurrido a nadie: alrededor de 100 mil millones de dólares desde el año 2015. Basta recordar que el paro, sabotaje petrolero de 2002-2003, produjo en su conjunto pérdidas a PDVSA por 20 mil millones de dólares.

Esta estrategia alcanza su clímax en 2019 con la confiscación y el saqueo a CITGO, la operación de despojo más bochornosa que se haya cometido en la historia reciente contra alguna nación en el mundo.

Sé que esta nueva Asamblea Nacional ha designado una Comisión especial para investigar todos estos delitos cometidos al amparo de un Poder del Estado y por mandato de una potencia extranjera.

Me permito decirles, con absoluto respeto a la autonomía de este poder, que el saqueo de CITGO, de nuestro oro en Inglaterra, de la empresa Monómeros, de nuestros activos confiscados y recursos congelados en la banca internacional, deben recibir una atención especial por parte de este cuerpo legislativo.

Yo, aquí, en este espacio sagrado de la Patria que es el Palacio Federal Legislativo, les propongo ir, todos juntos, Parlamento y Ejecutivo, como Estado, como pueblo, a la recuperación de todos nuestros activos y recursos en el extranjero.

Tenemos que demandar a quien haya que demandar, litigar ante el tribunal que haya que litigar, acudir a la instancia que haya que acudir para devolverle a nuestro país el patrimonio robado y que está hoy alimentando las cuentas y la vida de lujos de los multimillonarios corruptos y criminales de la banda de Juan Guaidó y su estructura criminal. 

Estos son los resultados de las sanciones solicitadas por ese sector criminal de la oposición y que aplauden los enemigos de nuestro pueblo. Entre 2014 y 2020 Venezuela experimentó la más brusca caída de ingresos externos de su historia. En seis años el país perdió 98,6% del volumen de ingresos en divisas. Pasamos de tener más de 50 mil millones de dólares en 2013, a disponer apenas de 743 millones en 2020. De cada 100 dólares o euros que el país obtenía por la venta de petróleo en 2014, hoy obtiene un poco más de 1 dólar.

Éstas, y no otras, son las razones de la brutal contracción económica que se produjo en el período 2014-2020, año de mayor asfixia económica: el cierre del financiamiento externo y el bloqueo económico de los ingresos externos en un país altamente dependiente de importaciones, cuya economía era impulsada por la inyección de recursos públicos, y de un Estado que entregaba a los empresarios -óigase bien- prácticamente la totalidad de las divisas que usaban, lo que produjo, como era comprensible, la dramática contracción de la actividad económica.

En resumen, durante un poco más de cinco años, el bloqueo y las sanciones impidieron al Estado disponer de las divisas, producir alimentos, medicinas y adquirir los insumos y materia prima esenciales para la actividad económica y así fortalecer el salario, los beneficios de los trabajadores, alimentarnos, salvar vidas, educar a nuestros niños y niñas, sostener el Estado de Bienestar Social que habíamos construido. 

El bloqueo y las sanciones no sólo han afectado al Estado y a la población; también han golpeado los negocios, el sistema productivo y han perturbado las operaciones de muchas empresas nacionales y extranjeras, dentro y fuera del país.

La desquiciada política de Trump hacia Venezuela le ha inflingido un daño enorme a numerosas empresas extranjeras que mantenían negocios con y en Venezuela. Empresas del sector petrolero, tenedores de bonos, inversionistas, industrias, empresas de servicios, etc.

Venezuela ha demostrado históricamente su voluntad de pago y ha cumplido rigurosamente sus compromisos externos. Los venezolanos somos un pueblo responsable, que honra sus obligaciones y prueba de ello es que durante el período 2013 y hasta 2017, aún con guerra económica y sanciones, el país canceló a todos sus acreedores de deuda externa  un total 109 mil 619  millones de dólares.

De esta cantidad, unos 64 mil 235 millones de dólares, se destinaron al servicio de la deuda, al pago de capital e intereses de los bonos emitidos por la República.

Venezuela cumplió fielmente todas sus obligaciones de deuda externa hasta que el bloqueo financiero total a partir de agosto de 2017 determinó la imposibilidad de pagar.

Este hecho fue reconocido por el Departamento de Estado de EEUU en enero de 2018, mediante la infame declaración sobre los efectos de su política hacia Venezuela. En esa cínica declaración, Estados Unidos reconoce que las sanciones  contra nuestro país “han obligado a Venezuela a  incurrir en default de su deuda… tanto en su deuda soberana como en la deuda de PDVSA”y ratifica EEUU que su política funciona y que la mantendrá.”

He allí una terrible paradoja. Siendo una nación  que ha honrado históricamente  sus compromisos y tiene la voluntad de pagar, no puede hacerlo porque  el bloqueo económico ha afectado severamente  su capacidad de pago.

En consecuencia, la guerra económica han afectado también a los tenedores de deuda externa venezolana, fondos de pensiones y jubilados, y a los cuales Estados Unidos les ha causado un enorme daño y ha pulverizado su patrimonio degradando el valor de los  bonos venezolanos

Si se suman los intereses que no han podido cancelarse con las pérdidas del valor de los bonos sancionados y bloqueados, es decir la diferencia entre el valor nominal y el valor de mercado, los acreedores externos de la República han perdido más de 77 mil millones de dólares, gracias a Donald Trump y sus sanciones.

Esa es la reflexión que quiero dejar en especial a los inversionistas. Las sanciones impiden que -por el deseo de EEUU de controlar un país-  las finanzas de ese país operen de forma libre y soberana en los mercados, dañando la actividad económica y generando pérdidas para todos actores económicos tanto nacionales como internacionales.

Sabemos que las heridas de la guerra están ahí. Las heridas que hoy debemos sanar. Todos nuestros indicadores sociales han sido afectados, han sufrido el impacto devastador de las medidas coercitivas unilaterales.

Con el bloqueo y las sanciones han querido destruir el Estado de Bienestar que fuimos construyendo desde 1999 con la llegada de la Revolución Bolivariana. En poco más de una década, invertimos cerca de 800 mil millones de dólares en las políticas sociales y de inclusión. Es la más grande transferencia de recursos hacia los sectores vulnerables que se conozca en la historia de este continente.

Y digo más. No sólo fue un modelo que pagó la deuda social con el pueblo venezolano, herencia de un siglo de saqueo petrolero. Fue un modelo que generó también estabilidad y prosperidad económica.

Entre 2003 y 2013 las principales variables de la economía mejoraron y su tendencia futura era positiva. Es importante recordar algunas cifras porque en esta era de oscurantismo de la que estamos saliendo han querido borrarle al país la memoria sobre los logros de la Revolución.

En el año 2013, Venezuela obtuvo 52 mil millones de dólares en ingresos externos. La producción petrolera estaba por encima de los 2,4 millones de barriles diarios y su precio era superior a los 90$.

El índice de ingreso real de las familias, una variable medida por el Banco Central, se ubicaba por encima del 113%, lo que quiere decir que el ingreso familiar alcanzaba para proveer condiciones suficientes y dignas para el sustento económico de la población.

El desempleo alcanzaba el 7,5%, con claras tendencias a la baja, y teníamos más 21 mil millones de dólares en reservas internacionales. La inflación anual de 2013 se ubicó en un razonable 40%, de acuerdo al Banco Central de Venezuela.

Los enemigos de la Revolución sabían que en un país en tan buenas condiciones era imposible un cambio político afín a sus intereses. De allí fue el incesante ataque a la moneda, el sabotaje económico que se expresó mediante la escasez inducida, el acaparamiento, la huelga de inversiones, hasta llegar a las criminales sanciones, y que constituyen el más perverso delito cometido contra el pueblo venezolano.

Venezuela fue agredida y castigada, solamente por haber impulsado una Revolución popular y soberana con la cual se alcanzaron importantes logros en materia social y económica, que ampliaron los derechos sociales sin precedentes en la región.

Como han demostrado los hechos, la agresión económica no discrimina entre los venezolanos y venezolanas, no escoge a sus víctimas en razón de la ideología, la religión o el estatus económico: el plan se ha ejecutado contra todo el pueblo y en perjuicio de todos los sectores de la sociedad venezolana.

Hemos adquirido estos años una profunda conciencia. El pueblo venezolano sabe que el objetivo final de la guerra imperial contra Venezuela es tomar control absoluto de los inmensos recursos y riquezas de nuestra Patria. Para hacerlo, el imperialismo y sus aliados necesitan destruir al Estado, arrasarlo y colonizar nuestro país.

Como ya lo advirtió el comandante Chávez en sus luminosas y conmovedoras palabras el 8 de diciembre de 2012, vendrían nuevos intentos para tratar de reinstalar en Venezuela el modelo neoliberal, el modelo de la exclusión, del saqueo y la miseria.

Gracias a la inconmovible conciencia histórica de nuestro pueblo. Gracias a su firme lealtad a Bolívar y Chávez, gracias a su vocación de paz, es que este pueblo hermoso, armado de una conciencia y una paciencia infinitas, ha resistido el bloqueo y la agresión.

Como Jefe de Estado, pero sobre todo como hombre del pueblo, como ciudadano, estoy plenamente consciente que hemos pagado un alto precio por defender nuestra Patria. Por mantener en alto la dignidad de Venezuela, la vigencia de la Constitución, nuestra soberanía e independencia.

Pero debo decir que ante una economía de guerra hemos respondido con una economía de resistencia.  Creamos los 16 Motores Productivos para enfocar la gestión de recuperación económica.

En agosto de 2018 lanzamos el Programa de Recuperación Económica que ha implicado un conjunto de medidas integrales para realinear el rumbo económico y adaptar el país al difícil entorno de las sanciones.

En este tránsito se derogó la Ley de Ilícitos Cambiarios  para permitir a la población utilizar divisas extranjeras.

Sobre este tema, por cierto, hay una gran campaña de manipulación en la opinión pública. Yo rechazo por completo esas mentiras y manipulaciones. Es absolutamente falso que la economía venezolana se haya dolarizado o estemos en un proceso de dolarización.

El brutal ataque especulativo contra nuestro signo monetario, que lleva cinco años,y que incluso llegó a extremos de la extracción física de nuestros billetes, indujo situaciones que obligaron a muchas personas y empresas a utilizar divisas en parte de sus transacciones comerciales ordinarias.

Fue la guerra económica, la campaña de sanciones la que deterioró el poder del bolívar. No lo digo yo solamente. Lo han dicho economistas e investigadores de varios países, y lo ha dicho también el senador Richard Clark en el mismísimo Congreso de EEUU, en ese mismo recinto asaltado hace días por los partidarios del saliente Presidente Trump. Dijo el Senador Republicano en una audiencia sobre Venezuela el año pasado: (CITO)

“Hemos desmonetizado su moneda y a través del sistema financiero internacional hicimos que la moneda venezolana careciese de valor, y luego vamos y decimos: Miren lo malo que es ese Gobierno, su moneda no vale nada. Bueno, no fueron ellos, fuimos nosotros quienes hicimos que su moneda no valiera nada”.

Yo digo entonces, como dice la sabiduría jurídica, a confesión de parte, relevo de pruebas.

He dicho que aceptar el uso de divisas, en ciertas transacciones comerciales y en ciertas actividades económicas, ha sido una vía para aliviar la presión sobre la economía doméstica, y así ha sido. Pero sepan ustedes que hoy, a esta fecha, 77% de las transacciones en puntos de ventas se realiza en bolívares, no en divisas. Por eso es esencial reafirmar el uso del bolívar y regular estos nuevos procesos para hacerlos más transparentes, más eficientes y que sean un factor de actividad económica y no de especulación cambiaria.

Un dato muy importante que refleja la dimensión del cambio que está experimentando el país en su paisaje económico es que, a pesar de las agresiones y la caída de los ingresos, ha empezado a surgir una economía nueva, autónoma. Este año la actividad económica se multiplicó por cinco, evidenciando el repunte productivo y la transición hacia una nueva economía.

Hay un cambio esencial en la relación de los sectores privados con el Estado, y de ambos con la economía, y nos obliga a la vez a recuperar la capacidad de generación de ingresos del Estado para poder impulsar las políticas públicas.

Hay que superar el rentismo, la actitud cómoda de todos los sectores, Estado y sector privado. Los empresarios deben abandonar la cultura rentista y asumir el riesgo de invertir sus propios recursos en proyectos que impulsen la economía, sustituyan importaciones, impulsen las exportaciones y garanticen empleos y salarios justos.

Queda claro también que el Estado debe reinventarse, que debe recuperar su capacidad de generar ingresos mediante el uso inteligente de nuestros recursos y capacidades, usando las nuevas posibilidades que abre la economía digital para volver a ser el actor principal en la esfera económica.

El reimpulso del uso del petro, el uso de tecnologías de cadena de bloques en distintos sectores, el desarrollo de la Plataforma Patria, la generación de nuevas aplicaciones para brindar soluciones a problemas específicos de servicios, marcarán la pauta en el 2021.

Dentro del impulso a la economía digital, este año vamos a facilitar el uso de medios de pago en moneda nacional para el transporte público y para los comercios, a través de sistemas de pago que no necesitan conexión en línea denominados “VeTicket” y “Vepos”.  Así, mediante un esquema electrónico.se resolverá un problema sentido por la población, ya que  más de 80% de la demanda de efectivo en Bs. proviene del pago del transporte público.

Se continuará con instrumentos digitales como el sistema de optimización del subsidio de los combustibles, la centralización de las nóminas y los pagos públicos, y el impulso al uso del Petro, a fin de superar los daños causados por las sanciones.

Ya en 2020 avanzamos en esta dirección de la economía digital al crearse en Venezuela la primera Bolsa de Valores descentralizada (basada en cadena de bloques) que está dinamizando y democratizando el acceso a financiamiento para el sector privado, generando interesantes alianzas productivas e incluyendo a los pequeños, medianos empresarios y a  los emprendedores bajo un esquema democrático y transparente.

Nuestro país hoy se reinventa por todas partes. Hay que impulsar todos esos proyectos de emprendimiento económico a escala familiar o personal.

Todos estos planes y acciones debemos llevarlos adelante con una visión productiva, transparente y eficaz, que involucre a todo nuestro pueblo en las tareas de la producción, e impulse una economía abierta, participativa y no especulativa, que produzca más y mejor para seguir distribuyendo nuestra riqueza con justicia social.

En medio de este bloqueo se racionalizó también el subsidio a la gasolina y luchamos para mantener el suministro frente a quienes pidieron y lograron que Donald Trump sancionase los combustibles, incluyendo el diesel, vital para el transporte de personas y de carga.

La protección al pueblo continúa, a pesar de la guerra económica. Así, desde el 1 de junio al 31 de diciembre de 2020, se ha entregado el equivalente a 430,9 millones de dólares en subsidio directo en gasolina al transporte particular, es decir, 907.4 millones de litros.

En el mismo período se entregó el equivalente a 134.6 millones de dólares en subsidio al transporte público en gasolina, es decir 274.6 millones de litros. Esto es posible gracias al esfuerzo continuo y al compromiso que han demostrado los trabajadores de PDVSA. Este año su trabajo ha rendido enormes frutos pues, mientras entre el 1 de enero y el 31 de mayo la producción de gasolina alcanzó 1 millón de barriles, desde el 1 de junio al 31 de diciembre se produjeron más de 11 millones de barriles.

Adicionalmente, estamos listo para aumentar la producción petrolera en 1 millón 500 mil barriles en los próximos meses, producto de las políticas y alianzas productivas que han surgido a partir de la Ley Antibloqueo.

Quiero resaltar el nuevo entorno jurídico de estabilidad, este nuevo ambiente de ganar-ganar, de alianzas productivas entre sector público y sector privado, nacional e internacional, que surge con la Ley Antibloqueo y que potenciarán no solamente la inversión en Venezuela sino el reimpulso de nuestro comercio exterior y de nuestras exportaciones bajo el paraguas de la identidad nacional, de la Marca País.

La inmensa cantidad de manifestaciones de interés que estamos recibiendo de inversionistas extranjeros y nacionales para impulsar nuevas inversiones en las distintas áreas priorizadas: producción petrolera y petroquímica, producción mineral, industrias básicas, producción agrícola, turismo, sector farmacéutico, etc,  demuestra que estuvimos en lo cierto cuando propusimos al país esta ley estratégica para enfrentar y superar el bloqueo.

La Ley Antibloqueo, es -como he dicho- la respuesta estratégica del Estado a la agresión económica imperial y un instrumento constitucional que deberá ser desarrollado y amplificado en toda su potencialidad por esta nueva Asamblea Nacional.

Asimismo, implementamos un conjunto de reformas en materia tributaria y se programa el gasto e inversión pública para disminuir gradualmente el déficit fiscal. En los últimos tres años el aporte fiscal de la recaudación interna al Gasto Público en Bolívares se duplicó, pasando de 23 a 47%, entre 2018 y 2020. Esto quiere decir que hoy, a pesar de la peor pandemia mundial de los últimos 100 años, prácticamente la mitad del Presupuesto Nacional se financia con tributos internos.

Durante 2020 logramos frenar los efectos de las agresiones contra la Patria, a pesar del contínuo llamado a sanciones y bloqueos, pero no nos dejamos manipular y con dignidad llegamos al 2021 firmes, con una democracia fortalecida, preservando la estabilidad política que allanará el camino a la estabilidad económica.

Hay un dato de la mayor importancia que quiero traer aquí porque revela cómo en 2020 hemos avanzado en el proceso de darle vida a una economía alternativa, una economía postrentista, una economía productiva: hemos aumentado en 400 mil toneladas la producción de alimentos, poniéndole coto a los niveles de desabastecimiento de hace tres, cuatro, cinco años. Más allá de que todavía estamos lejos de nuestra meta: la soberanía alimentaria.  Este es un logro indiscutible y más si tomamos en cuenta nuestra condición de país bloqueado, cercado. 

Este duro período ha sido de resistencia victoriosa pero también de un profundo aprendizaje y de reimpulso. Estamos conscientes de los problemas y de los impactos causados por el brutal ataque a nuestra Patria, a toda la economía y a toda la población, pero el bloqueo no nos detuvo: aprendimos a resistir y a crear.

Comprometo mi palabra ante el país de que, en 2021, año histórico que cierra el ciclo de la Era Bicentenaria, iniciaremos la contraofensiva nacional productiva.

Avanzaremos como país en la superación del bloqueo, todas y todos juntos, cohesionados, unidos en el proyecto de recuperación de nuestra economía, en la recuperación del salario y del ingreso familiar, en la reconstrucción del Estado de Bienestar y en la profundización de nuestro modelo social inclusivo, bajo el impulso del Plan de la Patria y del legado de Hugo Chávez.

4. Balance Social

La Revolución Bolivariana ha podido enfrentar dos grandes desafíos que confluyeron en el 2020: la agudización de la guerra económica y la aparición de la pandemia del Covid-19 ¿Cómo ha sido posible? Ha sido posible gracias al modelo de protección social diseñado y construido con el pueblo y para el pueblo durante estos 21 años de transformación. Ese Estado de Bienestar Social que ha sido agredido ferozmente por las medidas unilaterales coercitivas, se constituye en la más eficaz estructura de resistencia del pueblo. Perfeccionado durante los últimos años con la tecnología de punta, logramos reducir aspectos del burocratismo y la corrupción que entorpecían los canales de distribución equitativa y progresiva de la riqueza. Hoy tenemos un sistema que hace más efectiva y justa la inversión social, que con la Revolución alcanza el 76,4% del Presupuesto Anual de la Nación. No fue así siempre, veamos estas láminas comparativas entre la IV república y la Revolución:

Nosotros vivimos una década dorada desde 2004 a 2014 gracias al sistema de protección y crecimiento establecido por el Gigante, que convirtió la enorme bonanza petrolera en misiones, proyectos y programas sociales de atención y reivindicación, que permitieron elevar la calidad de vida, el poder adquisitivo, el bienestar social integral de todo el pueblo, que como nunca fue protegido y exaltado por un Gobierno que priorizó a la familia venezolana y estableció métodos de financiamiento, subsidios y dinamización económica para el beneficio de todos y todas.

En medio de esos grandes desafíos hemos mantenido las Misiones, Grandes Misiones y hemos diseñado nuevos programas para garantizar la educación, alimentación, salud y demás inversiones sociales. Hemos tenido que hacer de tripas corazón para que no se detenga la política de bienestar.

Lamentablemente, debemos detallar las heridas de la guerra económica y el bloqueo genocida. Una de las principales es el salario que reciben nuestros trabajadores, que en nada se ajusta a la realidad económica. Esto responde a varios factores, pero fundamentalmente al daño que le han hecho las más de 400 medidas coercitivas, el bloqueo imperial y la asfixia criminal que desde 2015 han impulsado contra nuestro pueblo. El Gobierno ha creado los mecanismos para compensar ese rezago salarial con las bonificaciones, los subsidios, la atención integral en las comunidades y los esfuerzos por diversificar y ampliar la economía.

Durante el 2020 se entregaron 517 millones de bonos que beneficiaron a 14,2 millones de personas en promedio mensualmente. Se transfirieron recursos a los sectores más vulnerables por un monto de 1,4 mil millones de USD.

Aquí he traído un conjunto de láminas para mostrar la verdad de Venezuela.

Comenzamos por el desempleo, la tasa de desocupación subió dos puntos, de 6.9 el año 2019 a 8.8 en 2020, pero como ven en la imagen desde el sabotaje petrolero de 2002-2003, cuando el desempleo llegó al 19.2%, lo hemos bajado en más del 10.4% de forma sostenida. Además, de no existir la Revolución, hoy se contarían 1.7 millones de desempleados. Asimismo, en los años de la Revolución se hubiesen dejado de generar 5.4 millones de empleos.

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En la  siguiente lámina se puede observar la relación entre el empleo formal e informal.

La formalidad del empleo bajó de 59.3 a 56.1, una disminución de 3.2%. Mientras se registró un crecimiento del empleo informal de 40.7% a 43.9%. Se puede ver que en la IV República y durante el golpe y la conspiración de 2002, los valores llegaron a 47.6%. Este año, debido a la pandemia, hubo un decrecimiento en toda la región, siendo el de Venezuela uno de los más discretos, porque Perú bajó en un 8.5%, Costa Rica 6.6% y Brasil 4%.

Pero la protección del empleo debe complementarse con políticas públicas que garanticen la alimentación a la familia venezolana.Hemos creado más de 19 programas estratégicos, priorizando dos por su capacidad y alcance, que son los CLAP, que distribuyen 120 millones de combos al año, y el PAE, que alimenta a cerca de 5.5 millones de estudiantes de la matrícula de 6.5 millones inscritos. Ciertamente existen grandes dificultades, pero se están enfrentando con pasión.

En esta otra gráfica se reseña la mortalidad en niños menores de 5 años, en Venezuela se redujo considerablemente en los últimos años, ubicándose 14.9 por cada mil nacidos.

Venezuela ha venido disminuyendo la mortalidad infantil en Revolución. Éstas habían bajado más de 10 puntos durante este siglo XXI. La Guerra económica cobró víctimas en la mortalidad infantil. Estábamos hace dos décadas atrás por encima de 25 casos y hoy, pese al bloqueo y las sanciones, bajamos a 14, menos de la mitad que se proyectaba con los ataques imperiales.

Al mismo tiempo se logró reducir de 14.9 casos de menores de un año fallecidos a 10. Lo mismo ocurre con la mortalidad maternal, que de 98.29 en 2019 pasó a 84.4 el año pasado.

El coeficiente de Gini,por su parte, ha disminuidogracias al modelo bolivariano de equidad social. En 2018descendió a 0.377 y producto de las agresiones se ha movido levemente en el 2019 y 2020 a 0,38 y 0,386. El objetivo de la guerra ha sido desplazar este indicador a valores parecidos al de países que nos agreden, donde el valor se ubica entre 0.48 y más de 0.50 puntos.

El índice de escolaridad en Venezuela es otra proeza. Actualmente se ubica en 93%, de los cuales el 80% se forma en el sistema público y de calidad. Mientras en la IV República el porcentaje rozó el 45%.

Lo mismo sucede con la salud pública. Recordar es hacer conciencia, es volver a vivir las cosas con un nivel de entendimiento superior. Veamos más gráficos:

Por otra parte, con un gran esfuerzo logramos atender desde el Sistema de Misiones y Grandes Misiones a más de 6.2 millones de familias que se han incorporado en Hogares de la Patria, así como más de 2.1 millones de personas atendidas por la Gran Misión José Gregorio Hernández. Del mismo modo, estamos fortaleciendo la Plataforma Patria como sistema de protección del pueblo, que alcanza hoy 21.2 millones de personas registradas. Adicionalmente se realizaron transferencias monetarias por esta vía que superaron los 396 billones de bolívares. Con esa maravillosa herramienta multifuncional se otorgaron 23 Bonos únicos de Protección Social, así como bonos mensuales recurrentes de protección: Bonos de Parto Humanizado, Lactancia Materna, José Gregorio Hernández y los bonos mensuales a más de 6.2 millones de familias amparadas por Hogares de la Patria. En conjunto con el trabajo del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, hemos cumplido la meta de 100% pensionados y pensionadas, superando los 5 millones de beneficiarios desde la plataforma Patria y del Seguro Social.Esto hace parte de nuestro combate a la pobreza heredada y a la pobreza inducida por las sanciones, que es el principal enemigo de nuestro Estado social de justicia y derecho. Veamos este gráfico:

Desde la gestión parlamentaria anterior intentaron toda clase de fórmulas inimaginables y fraudulentas para destruir al país. Ahora 277 nuevos diputados y diputadas tendrán la loable tarea de reinstitucionalizar el poder legislativo y ponerlo al servicio de los intereses de la República y del pueblo.

Venezuela entra en una ruta de estabilidad, recuperación y bienestar. Con las premisas de las ciudades comunales, del reimpulso económico, del diálogo fecundo y plural con todos los sectores.  Estos impostergables objetivos solo podremos asumirlos a cabalidad manteniendo una sólida estabilidad política que nos garantice la paz. Se trata de vencer. sin atenuantes en lo interno. La Comuna debe ser el centro de referencia de la vida nacional. Llegó la hora de materializar definitivamente la divisa chavista de Comuna o Nada, o estaremos edificando en el viento de la desilusión y arando en el mar de la desesperanza. Solo en la medida en que se consolide el modelo comunal, un modelo comunal altamente productivo y generador de riqueza social, estaremos avanzando con rumbo cierto al socialismo. La comuna es la célula fundamental y fundante para que el socialismo se implante definitivamente en Venezuela, para que la vía venezolana al socialismo se haga tangible. Es imperativo afianzar el modelo comunero, la teoría robinsoniana, en todo el país.

Vamos a comprometernos en hacer un mapa de los problemas más sensibles en torno a los servicios públicos del país, de todos los temas priorizados para ir a la solución directa. 2021 debe ser el año de la recuperación de la economía, del crecimiento económico. Estamos haciendo el estudio de todos los motores para pasar de la etapa de resistencia a una etapa de recuperación. Vamos a restituir los derechos del pueblo y el Estado de Bienestar de manera sostenida y con el mismo modelo socialista, pero con audacia, para reinventar fórmulas que burlen el bloqueo y las sanciones.

La conspiración contra Venezuela que inició en 2015 ha dilapidado miles de millones de dólares que debimos haber usado para alimentación, medicina, viviendas, inversión social. Precisamente esa es la intención de cada una de sus etapas, primero crearon las condiciones en 2014 para el desabastecimiento y complicar el acceso a los bienes esenciales, y a partir del 2015 fueron emitiendo medidas coercitivas para amenazar y presionar, hasta bloquearnos las posibilidades de desarrollar y avanzar. Esa situación presentó el fenómeno de la migración, porque miles de jóvenes fueron azuzados por los grandes factores de poder y los opositores para crear falsas expectativas que los motivaron a salir del país.

El resultado fue una enorme migración de retorno porque al llegar y sufrir las condiciones desfavorables y además padecer la xenofobia, maltratos, desatención y humillaciones en los países del Grupo de Lima -que se han robado millones de dólares de la supuesta ayuda humanitaria pero que son incapaces de cobijar a los migrantes venezolanos- pidieron volver a su país, y ese deseo lo ha cumplido el Gobierno venezolano con un plan humanista: el Plan Vuelta a la Patria. Lo creé en 2018 para atender esa gran demanda de migrantes que sufrían en el extranjero. Esa demanda se incrementó en medio de la pandemia porque se quedaron sin nada, sin trabajo, sin casa donde vivir, sin posibilidades. Hemos escuchado las terribles y angustiantes historias que se pueden reseñar de gente que se vino hasta caminando desde Perú, Ecuador, Colombia, huyendo del coronavirus, del hambre, de la pobreza, del capitalismo salvaje que les mostró la peor cara. Migraron pensando que sería un sueño y resultó una pesadilla de la cual nosotros como Estado los rescatamos.

El Plan Vuelta a la Patria es único en el mundo, ningún otro país paga la logística de un vuelo para rescatar sin condición alguna a miles de connacionales en el exterior. Son millones de dólares que nos cuesta por todas las presiones y que invertimos para que los migrantes vuelvan a casa y tengan un nuevo comienzo. Esas también son las heridas de la guerra económica. Sin embargo, gracias a los planes humanistas hemos logrado proteger a más de 21 mil venezolanos y venezolanas que han ingresado por vuelos y más de 110 mil que han pasado vía terrestre y vehicular por las fronteras.

Señor Presidente

Otro de los grandes avances se materializa con la construcción de viviendas dignas. La GMVV es el soporte de los proyectos sociales de alimentación, educación, cultura, deporte, emprendimiento y protección para brindar apoyo integral a las familias. Unas viviendas dignas como las que entregamos cada semana, podrían costar en el mercado capitalista no menos de 60 mil dólares. Según esta escala de precios, el gobierno bolivariano ha invertido 198.000.000.000 (Ciento noventa y ocho billones) de dólares para saldar una deuda histórica: la deuda de la vivienda.

Asimismo, hemos hecho entrega de terrenos adecuados para la autoconstrucción, 10 dólares el metro cuadrado. 100.000$ la hectárea. Nosotros hemos adjudicado a 1.900.650 familias a través de los CTU, 20.025 hectáreas que en el mercado capitalista tendría un costo de 2.000.200.000. (Dos billones, doscientos mil dólares).

Venezuela es el único país del mundo que en medio de la pandemia construyó y entregó viviendas al pueblo humilde. Con una crisis global en lo económico y sanitario, con las presiones y asfixias producidas del bloqueo imperial. Hicimos y entregamos, solo en el año 2020, 400.018 viviendas a pesar de la agresión y a pesar del Covid-19. Con esta cifra alcanzamos a 4.443.415 viviendas construidas en revolución, de las cuales 3.453.425 han sido construidas por la Gran Misión Vivienda Venezuela.

Ningún país capitalista puede mostrar estos logros sociales de nuestra Revolución, reconocidos por múltiples organismos de la ONU. La GMVV es la expresión del poder popular autogestionando y gestionando con el Estado, las soluciones concretas de la vida de nuestro pueblo.

Este año demostramos que cuando nos empeñamos en hacer las cosas para el pueblo, no importa cuáles obstáculos se nos presenten ni cuánta crueldad quieran imponernos, vamos pa’lante para proteger a las familias.Este nuevo año tendremos mejores condiciones y podremos transitar un camino más auspicioso para elevar los niveles de eficiencia e inversión en el pueblo. Si en el 2020, con pandemia, guerras, sabotajes y sanciones fuimos capaces de hacer 400 mil viviendas, este 2021 serán medio millón y consolidaremos la marcha rumbo a los 5 millones de hogares en 2025.

Hemos hecho mucho con poco, hemos protegido al pueblo en las peores condiciones, por eso teniendo a la Asamblea Nacional del lado del pueblo y con una mayor estabilidad política y económica, empezaremos a recuperar el Estado de Bienestar Social que durante más de 10 años garantizamos al pueblo de la mano del comandante Chávez. Esa es la meta, tener un 2021 provechoso, de trabajo, de resistencia, de avances, de sueños hechos realidad. Para eso, la unión de todos los sectores y la paz nacional son claves en la ejecución de la obra socialista.

En 2020 se lograron inaugurar 560 Bases de Misiones, para alcanzar 1.261 Bases de Misiones activadas. Así como 291 nuevas Casas de Alimentación para un total de 3.672 en el territorio nacional, atendiendo a más de 687 mil personas. También se potenció la organización popular alcanzando 3.219 Comunas y 48.458 Consejos Comunales organizados y con vocerías actualizadas, así como 265 Consejos Productivos de Trabajadores y Trabajadoras.

Del mismo modo, se distribuyeron más de 121.034.115 millones de combos de alimentos y bolsas CLAP, superiores a 1.2 millones de toneladas, a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción a nivel nacional, Se cumplió con la meta, pese a la pandemia, de firmar, a través de La Misión Robinson Productiva, a 60.871 patriotas en las áreas de acuicultura, avícola, pecuario, textil, construcción, herrería, panadería, turismo, artesanías, servicios y agricultura, contando esta última con el 77% de los matriculados y 1.121.247 metros cuadrados de siembra, y entregando financiamiento a 805 Unidades de Producción Socialista. Mediante el Plan Chamba Juvenil 1.219.854 jóvenes están incorporados a una actividad productiva, lo que representa el 67% de la meta establecida para el 2025.

No son números solamente, como dije antes: son verdaderos actos de heroísmo tomando en cuenta las condiciones a las que ha sido sometida La República.

Diputados, diputadas…

Señor presidente Jorge Rodríguez Gómez

El año 2021 ha iniciado con buen pie: la instalación de esta honorable Asamblea Nacional llena de expectativas al país entero, más allá de las diferencias ideológicas. Ese país espera por soluciones concretas a los problemas estructurales y a los problemas cotidianos y quiere ver resultados en el corto tiempo. Pasaron 5 largos años de crueldad y agresiones. Es mucho lo que podemos hacer como Estado en procura del bien común.“Nada debemos esperar que no sea de nosotros mismos”, como decía el prócer del sur: Artigas. La solución a los problemas está en nuestras manos, en nuestro ingenio y en la voluntad de trabajar en conjunto. Esta nueva era política debe caracterizarse por poner a un lado los intereses personales y partidistas en función de superar los problemas comunes. Les pido que se aboquen a hacer leyes para el tiempo actual, para los desafíos de este ahora, para las necesidades reales y asuman su papel contralor del Ejecutivo. He dicho que mi gobierno espera ser interpelado y confío en que de ese examen necesario a la gestión de gobierno se extraigan soluciones que impacten positivamente en la calidad de vida del pueblo venezolano.

Tenemos trabajo por hacer como Estado, cada cual en sus funciones, pero sin perder de vista que hay un solo país, que hay un solo pueblo y que como unidad de lo diverso debemos preservarnos.

Frente a la Pandemia del Covid-19 que lejos de amainar ha tomado un segundo impulso en el mundo con la aparición de una nueva cepa que ya comienza a expandirse, afectando a los más jóvenes y con una potencia contagiosa superior a lo que ya conocemos, debemos tomar medidas urgentes. He pedido a la Comisión Presidencial tomar un conjunto de acciones orientadas al perfeccionamiento del Método venezolano 7+7, a la ampliación de los tratamientos para curar a los nuevos contagiados, de manera universal como viene siendo, el fortalecimiento de las PASI para detectar a tiempo la llegada  de la nueva cepa que afecta al mundo y tomar medidas de atención a los migrantes venezolanos que siguen huyendo del desastre sanitario continental y de la xenofobia. Todo ello debe reimpulsarse antes, durante y después de que comience en Venezuela la vacunación masiva con la llegada, programada para el segundo trimestre, de la vacuna rusa Sputnik-V. Hay que ir pensando en un conjunto de leyes que tributen a construir la nueva normalidad. Debemos estar un paso adelante de la enfermedad y en la ofensiva a todo momento.

En materia política es necesario cuidar la paz y la democracia, que son dos de nuestros grandes logros, y esto sólo es posible con más democracia. Hay que convocar a un gran diálogo abierto, nacional e internacional para la reconciliación de los venezolanos y las venezolanas. Así como se cierra un ciclo electoral de renovación de los poderes se abre otro en 2021. Tendremos, según lo estipulado en nuestras leyes, elecciones de gobernadores y consejos legislativos este mismo año; elecciones de alcaldes y concejos municipales en 2022. Nuestra Constitución ofrece un mecanismo revocatorio para Presidente de la República a la mitad del período y de no convocarse, para el año 24 tendremos elecciones presidenciales. Ese es el único camino posible, el de los votos. Consideramos que la democracia debe profundizarse aún más y pido a esta Asamblea Nacional considere entre sus prioridades construir más espacios de participación popular. He pensado que el mejor homenaje a Carabobo, a ese pueblo en armas que nos hizo libres, sería crear el Parlamento Comunal. Merecemos más y mejor democracia. A mayor inclusión, mayor conciliación obtendremos.

Señores diputados, señoras diputadas,

Las agresiones contra el territorio no cesan. Yo saludo con el corazón la creación de la Comisión de esta Asamblea Nacional para la defensa de nuestra integridad territorial y soberanía sobre la Guayana Esequiba y los exhorto a trabajar mancomunada e incansablemente por la defensa de los derechos históricos de Venezuela.

Sin lugar a dudas, la Agenda que debemos construir es extensa y estratégica. En lo económico, el país lo sabe, es tema de cada familia, de cada sindicato, de cada consejo comunal, la necesidad de promover iniciativas que nos permitan, en primer lugar, recuperar los ingresos de la República. En segundo lugar, son prioritarias las medidas que deban tomarse y los instrumentos que deban crearse para la defensa de la moneda nacional. Ya he anunciado un plan para la digitalización total de la economía y me gustaría trabajarlo con la comisión que aborda este tema urgentemente para afinar detalles. La meta este año es recuperar el salario de los trabajadores y trabajadoras y retornar al poder adquisitivo que sólo la revolución consiguió en su momento, pero no ya con el rentismo petrolero sino a consecuencia del desarrollo de una economía diversificada y productiva.

El objetivoes fortalecer el Estado de Bienestar SocialBolivariano mediante la restitución de los derechos sociales vulnerados por las agresiones económicas.

No hablo de imposibles, hablo de metas y objetivos alcanzables si trabajamos en conjunto, sin desviarnos y sin temor a cambiar lo que deba ser cambiado.

Tenemos el Plan Carabobo 200: una poderosa herramienta para articular nuestra inventiva y nuestra experiencia. Sólo nosotros podemos y tenía que llegar el año 21, el de los invictos, el de los patriotas, el de las grandes batallas decisivas, para que podamos iniciar el ciclo que despunta esta tarde: el de la recuperación económica, el de la reconciliación política y renacimiento nacional.

He aquí que llegamos a este año glorioso satisfechos de nuestra fuerza, de nuestra entereza, de nuestra dignidad, de nuestro amor por la patria buena, por la patria niña y niño que nos anticipan el futuro: esta fecha que el gigante Chávez nos marcó como meta y al mismo tiempo como punto de partida para la construcción del porvenir.

Entramos al bicentenario de nuestra libertad, completamente libres y celebraremos nuestra independencia  orgullosos, profundamente orgullosos, de hacerlo imbuidos de la llama sagrada.

Carabobo fue la campaña, el crisol de la patria grande, de todos los pueblos que libraron, junto a nuestros padres libertadores, la batalla definitiva, la unión fiera de todos los relámpagos para derrotar al imperio español.  Ya en enero de 1821 la Provincia de Maracaibo se suma a la causa de la independencia y dispara las maniobras que conducirán a todos los patriotas hacia el campo del último combate: los indios, los negros, los pardos, las mujeres, los de oriente, los de Caracas, los del sur, los lanceros del Apure profundo, todos bajo el mando incandescente del más grande hombre nacido en tierras de este y todos los continentes del planeta: Bolívar, Bolívar, nuestro padre al que cantan los poetas.

A Carabobo llegó la Patria naciente, que se hizo Patria definitiva en ese campo inmortal. Qué triste hubiera sido haber arribado al bicentenario en medio de la desolación que buscaron los violentos, que planearon los arrodillados.¡Pero, NO! Mil veces gracias a Dios y a nuestro pueblo que levantó el estandarte de la libertad definitiva y hoy rendimos el más profundo homenaje, ofrendamos los más grandes honores: en nuestras manos, en todas nuestras manos, se salvó la República, cantamos a la vida plena y libre que construiremos juntos.

Y por eso, como homenaje y como promesa, comparto unos versos sencillos del más risueño de nuestros poetas, para que nos acompañe en las batallas por venir, para que las madres y los padres se los enseñen a sus hijos y estos a su vez los enseñen a las generaciones por venir como luz eterna que se proyecte hasta la noche de los tiempos. Aquiles Nazoa, caraqueño, le canta a ese otro caraqueño inmortal:

Mi patria y sus caseríos, 

sus petróleos torrenciales, 

sus comarcas vegetales

y su tumulto de ríos, 

salinas y labrantíos, 

animales de labor,

llanto, júbilo y sudor 

de esta tierra y de su gente,

se llaman sencillamente 

Bolívar libertador.”

¡Viva Venezuela!

¡Viva Bolívar!

¡Viva el pueblo de los libertadores!

¡Viva Carabobo!